La oración es el medio por el cual entramos en comunicación íntima con Dios. Es una herramienta fundamental para la relación hombre-Dios. El mismo Dios nos revela la dimensión de esta intimidad cuando nos hace sus hijos, de tal forma que al ser sus hijos nos podemos comunicar con Él como un hijo lo hace con su padre.
Entonces la oración no es como una llamada de larga distancia, sino una comunicación, una relación de intimidad. La oración es una forma de comunicación con nuestro Dios cercano. Cuando Jesús enseña a orar él dice: “padre nuestro que estás en el cielo”. Es una muestra de que la oración es una comunicación del hijo con el Padre.
La oración implica la profunda convicción de que hay un Dios que nos escucha y está listo a contestarnos. Por eso la oración es un profundo acto de fe. En cambio, dejar de orar es la actitud de quien no tiene fe en Dios o no cree en la comunicación entre el hombre y Dios.
La dedicación diaria del tiempo con Dios es necesaria en la vida cristina, y aunque tenemos tiempo para muchas cosas, necesitamos hacer un tiempo de comunicación con Dios y acompañar ese momento con la lectura de la palabra de Dios.
La oración nos lleva a tener sed por la voluntad de Dios en nuestra vida y la palabra nos revelará esta voluntad. Para que este tiempo dedicado pueda ser hecho en la intimidad, es necesario además de leer la Palabra, adorar a Dios con loores, arrepentirse sinceramente delante de Él y aplicar esta palabra leída en nuestro día a día.
