Cada familia cristiana es una comunidad de vida y de amor que tiene la misión de custodiar, revelar el amor, como reflejo vivo del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo por la Iglesia su esposa. Es una comunidad que busca vivir según el Evangelio, que ora y que ama.
Para vivir el amor hace falta fundamentarlo todo en la experiencia de Cristo, en la fe y la esperanza que nos sostienen como cristianos. Por eso es importante ser conscientes de la responsabilidad que tienen los padres en el cultivo de la fe en la propia familia. No sólo con los hijos, sino también como pareja, ambos pueden ayudarse cada día a conocer, vivir y transmitir la fe que madura en el amor y lleva a la esperanza.
Los hijos también, conforme crecen, se convierten en protagonistas: pueden ayudar y motivar a los padres y a los hermanos para ser cada día más fieles a sus compromisos como cristianos.
Entre los muchos caminos que existen para cultivar la fe en familia, nos fijamos ahora en tres: la oración en familia, el estudio de la Palabra de Dios, y la vida según las enseñanzas de Cristo.
La oración en la familia
La oración es para toda familia es lo que es el aire para los seres humanos: algo imprescindible. Aprender a orar toca a todos: a los padres en las distintas etapas de su maduración interior; a los hijos, desde pequeños y cuando poco a poco entran en el mundo de los adultos.
La oración en la vida familiar tiene diversas formas. El día inicia con breves oraciones por la mañana. Por ejemplo, los padres pueden levantar a sus hijos con una breve oración o una pequeña frase que nos haga conscientes de que dependemos de Dios; o, después de asearse o antes del desayuno, pueden orar juntos una pequeña oración.
Otras oraciones surgen de modo espontáneo, según las necesidades de cada día. La familia ora por el examen de admisión de un hijo, por la situación de la fábrica donde trabaja papá o mamá, por las lluvias, o cualquier necesidad.
Son muy hermosas las oraciones que recogen el agradecimiento de todos y de cada uno. Esas oraciones pueden fijarse en hechos muy sencillos: ya funciona el refrigerador, tenemos pastel para la merienda, se acercan las vacaciones. O pueden dar gracias por hechos más importantes: el amor entre papá y mamá ha sido bendecido con un nuevo embarazo, acaba de nacer un nuevo sobrino, el abuelo ha superado la pulmonía, un amigo se ha entregado a Dios, etc.
El clima de oración se prolonga a lo largo del día. Para ello, ayuda mucho crear un hábito de breves oraciones espontáneas que dan un toque cristiano al día. “Señor, confío en Ti”. “Creo, Señor, ayúdame a creer”. “Te alabamos, Señor, porque eres bueno”. “Gracias, Señor, por esto y por esto”.
La hora de comer permite un momento de gratitud y de unión en la familia. ¡Qué hermoso es ver que todos, junto a la mesa, oran. Los padres y los hijos se turnan para dirigir una oración espontánea antes de tomar los alimentos.
Cuando llega la noche, la familia busca un momento para dar gracias por el día transcurrido, para pedir perdón por las posibles faltas, para suplicar la ayuda que necesitan los de casa y los de fuera, los cercanos y los lejanos. Es muy hermoso, en ese sentido, aprender a orar por las víctimas de las guerras, por las personas que pasan hambre, por los que viven sin esperanza y sin Dios.
La oración constante ha permitido a la familia, chicos y grandes, descubrir que la jornada, desde que amanece hasta la hora de dormir, tiene sentido desde Dios y hacia Dios.
Finalmente, la oración se fortalece con la presencia de la familia en la iglesia, donde se fortalece la fe con las alabanzas de la congregación, con la prédica del pastor, con el sublime acto de entregar el diezmo, con los actos de solidaridad al entregar las ofrendas, actos comunitarios que nos fortalecen en la fe.
La semana se vive de un modo distinto si arranca del domingo y desemboca en el domingo. Durante la semana, la familia busca vivir aquello que ha escuchado, que ha vivido en la celebración dominical. A la vez, se prepara con el pasar de los días para el encuentro íntimo y personal con Cristo que tendrá lugar, Dios mediante, el domingo siguiente.
En cuanto al matrimonio, el aniversario de bodas suele ser recordado por muchas familias cristianas, incluso con la ayuda de algún día de retiro espiritual. En ese día, los esposos pueden renovar sus promesas matrimoniales, o hacer un momento de oración familiar con los hijos, quizá con la lectura en común de algún texto bíblico.
Estudiar la Palabra de Dios en Familia
Vivir en un clima continuo de oración abre los corazones al mundo divino. Esa apertura necesita ir acompañada por el estudio de todos, tanto de los padres como de los hijos, para conocer a fondo el gran regalo de la Palabra de Dios.
Los modos para lograrlo son muchos. La lectura y el estudio de la Biblia, especialmente de los Evangelios, resultan un momento esencial para conocer la propia fe. Para ello, hace falta recibir una buena introducción, sea a través de cursos en la iglesia, sea a través de la lectura de libros de autores cristianos.
La vida familiar según las enseñanzas de Cristo
Por último, cerramos el círculo del aprendizaje de la fe en familia al vivir cotidianamente como cristianos, dando amor al prójimo, solidarizándonos con el que sufre, con el necesitado, acercándonos al que no conoce a Jesús, al que no sabe cómo pedir al Padre, al que necesita escuchar la Palabra de Dios.
Basta con leer con detenimiento 1 Corintios 13: “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad”.
Hacer vida cotidiana las enseñanzas de Pablo en la familia, nos convertirá en auténticos cristianos, nos convertirá en una auténtica familia cristiana.