Tributen al Señor, oh familias de los pueblos, den a Dios gloria y poder. Den a Dios la honra debida a su nombre; Traigan ofrenda, y vengan delante de él; Póstrense delante del Señor en la hermosura de la santidad (1 Crónicas 16:28-29).
Hay un vínculo especial en las familias que adoran a Dios juntos. Es de gran gozo poder ir juntos en familia a la iglesia a dar gloria a Dios por todas las bendiciones que él nos concede a diario. La familia que está unida no solo por lazos de sangre sino también en el área espiritual, disfrutará de una relación más profunda y real.
Sus miembros estarán unidos en espíritu recibiendo la bendición que Dios concede a todos los que le sirven. Hay además la experiencia social de que una familia unida espiritualmente, que asiste unida a la iglesia y que ora unida, fortalece sus lazos de unidad y difícilmente se divide.
La oración, y más en familia, ayuda a ser más paciente convirtiendo a las personas en más tolerantes con respecto al entorno más cercano. Además tiene las ventajas, sin pagar a profesionales, de mejorar la salud y reducir el estrés.
Hay una evidencia que indica que la oración puede ser útil para los individuos y para la sociedad, es decir, la oración tiene consecuencias beneficiosas no sólo para el alma sino también para el cuerpo.
Y no es algo imposible: si una familia pasa un rato unida en oración, durante ese tiempo no está enganchada a la televisión, al celular o la tablet que aíslan a los miembros de la familia, sino que están provocando una mayor interacción entre sus miembros.
