El temor al Señor trae bendiciones

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Dichosos todos los que temen al Señor, los que van por sus caminos. Lo que ganes con tus manos, eso comerás; gozarás de dicha y prosperidad. En el seno de tu hogar, tu esposa será como vid llena de uvas; alrededor de tu mesa, tus hijos serán como vástagos de olivo. Tales son las bendiciones de los que temen al Señor (Salmo 128:1-4).

El concepto bíblico del “temor al Señor” no se asocia con el miedo, sino que significa darle la reverencia y el respeto que él merece. Dios valora y premia que reconozcamos su señorío sobre nosotros y que vivamos dentro de su voluntad. 

No es el temor que despierta un tirano y déspota. Tampoco es un temor de destrucción. El temor de Dios del que habla Salomón no es el temor del incrédulo e impío, que se traduce en miedo a la ira y al justo juicio de Dios. 

El temor del creyente es diferente, porque el creyente no está sujeto al juicio de condenación de Dios, pues Cristo pagó el precio para liberarle de la condenación. 

Los creyentes no deben “tener miedo” a Dios. El Dios de la Biblia es un Dios bueno, amante y misericordioso, pero que no tolera el pecado y el mal. 

Hay bendiciones específicas para el que teme a Dios y obedece sus mandatos. Por ejemplo, el salario por su trabajo le rendirá y gozará de bienestar. También hay promesa de descendencia, gozo y abundancia. 

Uno de los bienes más preciados del hombre es su familia, y una familia que vive en amor y armonía no tiene comparación.

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