El Sacramento de la Confirmación: nuestro Pentecostés personal

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La Confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. Su nombre proviene del verbo confirmar, que significa afirmar o fortalecer, lo que refleja su propósito esencial.

El Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 1316 dice textualmente: “La Confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras”.

La confirmación también le otorga al bautizado la capacidad de defender y transmitir su fe con convicción. Es considerado el sacramento de la madurez cristiana, ya que capacita al creyente para llevar una vida cristiana más activa y comprometida.

El significado de la Confirmación se comprende mejor a la luz de Pentecostés. En ese día, cuando nació la Iglesia, los apóstoles y discípulos estaban reunidos con la Virgen María, temerosos y confundidos. De repente, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, transformando sus corazones. 

Desde ese momento, comprendieron plenamente la misión de Cristo, superaron sus miedos y salieron a predicar y bautizar con valentía. De manera similar, la Confirmación es nuestro Pentecostés personal, en el que el Espíritu Santo nos fortalece para vivir nuestra fe con plenitud.

Institución del Sacramento

El Concilio de Trento declaró que la Confirmación fue instituida por Cristo, a pesar de que algunos reformadores protestantes la rechazaron por no encontrar el momento exacto de su institución en los Evangelios. Sin embargo, sabemos que sólo Dios puede unir la gracia a un signo visible, lo que confirma su origen divino.

En el Antiguo Testamento, los profetas anunciaron repetidamente la venida del Espíritu Santo cuando llegara el Mesías . Jesús también prometió el envío del Espíritu para completar su obra redentora. En el Nuevo Testamento, los apóstoles, siguiendo la voluntad de Cristo, imponían las manos sobre los bautizados para transmitirles el don del Espíritu Santo. Así lo vemos en el libro de los Hechos de los Apóstoles:

“Al enterarse los apóstoles que estaban en Jerusalén de que Samaria había aceptado la Palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan. Estos bajaron y oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo; pues todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían al Espíritu Santo.” Hch 8, 15-17; 19, 5-6)

El Signo del Sacramento: Materia y Forma

Cada sacramento tiene un signo visible que expresa su significado espiritual. En el Bautismo, el agua representa la purificación; en la Confirmación, la unción simboliza fortaleza y plenitud. Desde tiempos antiguos, el aceite se usaba para sanar heridas, fortalecer a los luchadores y como símbolo de abundancia. De hecho, la palabra cristiano significa ungido.

La materia de la Confirmación es el santo crisma, un aceite de oliva mezclado con bálsamo, consagrado por el obispo el Jueves Santo. La unción se realiza en la frente del confirmado.

La forma del sacramento, es decir, las palabras que acompañan la unción e imposición de manos, es: “Recibe por esta señal de la cruz el don del Espíritu Santo” (Catecismo n.º 1300).

La cruz, marcada con el santo crisma, representa la fortaleza con la que el cristiano está llamado a defender su fe y dar testimonio de Cristo en el mundo.

Fuente: Catholic.net

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