El Magisterio de la Iglesia Católica se refiere a la autoridad y función de enseñar que poseen el Papa y los obispos en comunión con él. A lo largo de la historia de la Iglesia, el Magisterio ha sido fundamental para la conservación, interpretación y transmisión de las verdades de la fe.
En la Iglesia Católica, se denomina Magisterio (del latín magister, maestro) al oficio y autoridad de enseñar que Cristo confió a sus Apóstoles y que continúa ejerciéndose por sus sucesores, el Papa (Sucesor de Pedro) y los obispos en comunión con él.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC), “el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia” (CIC 85, citando la Constitución Dei Verbum).
Esto significa que corresponde exclusivamente al Papa y a los obispos unidos a él la misión de dar la interpretación definitiva de la revelación divina contenida en la Escritura y la Tradición.
Dicho Magisterio “lo ejercita en nombre de Jesucristo”, es decir, con la autoridad que proviene de Cristo mismo, quien envió a sus apóstoles a enseñar a todas las naciones (cf. Mt 28,19-20).
Es importante distinguir lo que no es el Magisterio. En primer lugar, no es una autoridad independiente por encima de la Palabra de Dios, sino su servidora. Como enseña el Concilio Vaticano II, “este Magisterio, evidentemente, no está por encima de la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solamente lo que le ha sido confiado”.
El Magisterio auténtico no crea nuevas revelaciones ni puede alterar el depósito de la fe; más bien, custodia fielmente, expone con claridad e interpreta correctamente ese depósito transmitido por la Escritura y la Tradición.
De este modo, “el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios, sino a su servicio” (Dei Verbum 10), actuando con la autoridad recibida de Cristo y asistido por el Espíritu Santo para no apartarse de la verdad.
Asimismo, no todo lo que manifiesta un miembro de la jerarquía constituye Magisterio. La Iglesia distingue entre las opiniones o enseñanzas teológicas personales de obispos o teólogos (que pueden ser falibles) y la enseñanza oficial magisterial.
El Magisterio se ejerce cuando el Papa o los obispos en comunión con él proclaman doctrina en materia de fe y costumbres de forma autorizada (por ejemplo, a través de concilios, encíclicas u otras declaraciones oficiales).
Los comentarios informales, entrevistas o hipótesis teológicas no entran en la categoría de Magisterio auténtico, el cual requiere la intención de enseñar con autoridad dada por Cristo.
En resumen, el Magisterio es la guía docente infalible en fe y moral dada por Cristo a su Iglesia; no es una fuente de opinión cualquiera, ni un “añadido” humano a la revelación, ni puede contradecir la Palabra de Dios, sino que está intrínsecamente subordinado a ella.