Guadalupe Ortiz de Landázuri: Una vida ordinaria con un amor extraordinario

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Guadalupe Ortiz de Landázuri (1916-1975) fue una mujer que vivió lo extraordinario a través de lo ordinario. Nacida en Madrid en una familia de valores profundos, desde joven destacó por su inteligencia, sensibilidad y sentido del deber. Su vida fue una manifestación constante de entrega a Dios en lo cotidiano, una síntesis admirable de fe, ciencia y servicio a los demás.

Una mujer con vocación científica y corazón generoso

Guadalupe estudió Ciencias Químicas en una época en que pocas mujeres lo hacían. Fue una de las pocas alumnas en su facultad, y rápidamente se ganó el respeto de profesores y compañeros por su capacidad y dedicación. Pero su vida cambió radicalmente cuando, en 1944, conoció el Opus Dei y sintió el llamado a buscar la santidad en su trabajo profesional y en su vida diaria.

Su respuesta fue generosa y decidida. Dejó una prometedora carrera académica para dedicarse al apostolado y la formación cristiana, sin abandonar su pasión por la ciencia. Fue una de las primeras mujeres laicas en formar parte del Opus Dei, y su labor pionera abrió caminos para muchas otras.

Una vida de entrega y misión

En 1950, Guadalupe se trasladó a México para comenzar allí la labor del Opus Dei. Con entusiasmo y valentía, impulsó numerosas iniciativas educativas y sociales, especialmente enfocadas en mujeres de escasos recursos. Su cercanía, alegría y sencillez la hicieron profundamente querida por quienes la conocieron.

Más tarde regresó a Europa, donde siguió sirviendo en diferentes responsabilidades, incluso cuando su salud comenzó a deteriorarse. Nunca perdió el entusiasmo ni el deseo de ayudar a los demás, incluso desde su enfermedad.

Una alegría contagiosa y una fe firme

Lo que más llamaba la atención en Guadalupe era su alegría serena, fruto de una profunda vida interior. Tenía una capacidad única para hacer sentir a cada persona valorada y amada. Su trato con Dios era cercano y confiado, como el de una hija con su Padre. Vivía con naturalidad la presencia de Dios en su estudio, en la convivencia diaria, en el trato con sus amigas y colaboradoras.

Murió el 16 de julio de 1975, en Madrid, dejando un testimonio luminoso de santidad en la vida ordinaria. Fue beatificada el 18 de mayo de 2019, convirtiéndose en la primera laica del Opus Dei en ser elevada a los altares.

Un modelo para nuestro tiempo

Guadalupe Ortiz de Landázuri nos muestra que es posible ser santa sin hacer cosas espectaculares, simplemente poniendo amor en cada detalle del día a día: en el trabajo bien hecho, en el servicio alegre, en la acogida a los demás. Su vida es una invitación a vivir la fe con autenticidad, en medio del mundo, con pasión por la verdad, y con una sonrisa que nace de saberse profundamente amada por Dios.

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