A Cinco Años de la Statio Orbis: Una Llamada que Sigue Resonando

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Hoy, 27 de marzo, se cumple un nuevo aniversario de aquel momento inolvidable en el que el Papa Francisco, solo, bajo la lluvia en una Plaza de San Pedro vacía, presidió la histórica Statio Orbis, una oración universal por el fin de la pandemia del COVID-19. Fue un instante que marcó al mundo no sólo por la imagen poderosa del Sucesor de Pedro ante el Crucifijo de San Marcelo, sino por la profundidad espiritual de su mensaje: “Nadie se salva solo”.

La Statio Orbis no fue sólo un acto litúrgico extraordinario, sino un verdadero signo profético. En medio de la incertidumbre, el miedo y el aislamiento, el Papa nos recordó que estábamos “en la misma barca”, y que sólo juntos, confiando en Dios, podríamos atravesar la tormenta. Su meditación sobre el Evangelio de la tempestad calmada (Mc 4,35-41) fue un eco directo al corazón de la humanidad herida.

Un acto de fe y esperanza

El mundo entero, independientemente de credos o convicciones, sintió ese llamado a mirar al Cielo. En medio de hospitales colapsados, calles vacías y familias separadas, la oración del Papa se convirtió en un símbolo de consuelo, unidad y esperanza.

En silencio, acompañado por la Cruz y el Santísimo Sacramento, Francisco actuó como intercesor, como padre y pastor. Su bendición Urbi et Orbi extraordinaria, impartida con el Santísimo, fue como un bálsamo para millones de corazones angustiados.

Una memoria que nos interpela

Cinco años después, la Statio Orbis sigue siendo una memoria viva. Aunque la pandemia haya cedido, sus heridas aún nos duelen: pérdidas humanas, consecuencias económicas, crisis familiares y sociales. Pero también hemos visto brotes de solidaridad, creatividad, fe redescubierta y familias fortalecidas.

Este aniversario nos invita a preguntarnos:

• ¿Qué hemos aprendido de aquella noche?

• ¿Seguimos remando juntos o hemos vuelto a encerrarnos en nuestras propias seguridades?

• ¿Hemos vuelto a Jesús como aquellos discípulos en la barca?

Volver al centro: Jesús

Francisco nos recordó que Jesús no se duerme ni se olvida de nosotros, aunque a veces lo parezca. Nos llamó a redescubrir la importancia de la oración, la ternura, la solidaridad y la fe sencilla que sostiene al mundo.

Hoy, más que nunca, la Statio Orbis nos urge a mantener viva la llama de la esperanza, a no ceder al individualismo ni a la indiferencia, y a construir juntos una humanidad más fraterna.

Hoy la plaza de San Pedro luce exactamente al revés. Hace cinco años la plaza estaba vacía, solo con la presencia del Papa Francisco orando por nosotros. Hoy la plaza está totalmente llena, pero con la ausencia del Papa que se recupera de su enfermedad. Los fieles ahí reunidos en este momento están unidos en oración por la pronta recuperación de Francisco. 

Que este aniversario sea una oportunidad para renovar nuestra confianza en Dios, que nunca abandona a su pueblo. Y que, como aquella noche bajo la lluvia, volvamos todos el rostro al Crucificado y escucharle decir: ”¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”

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