Con una profunda invitación a la compasión activa, el Papa Francisco inauguró la Semana Santa 2025 a través de su homilía para el Domingo de Ramos, leída en la Plaza de San Pedro por el cardenal Leonardo Sandri, prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales. El Santo Padre, ausente por razones de salud, hizo llegar un mensaje cargado de esperanza y fraternidad, en el que exhorta a “tender la mano al que ya no puede más”.
Durante la celebración eucarística, el Pontífice recordó que la pasión de Jesús solo se transforma en compasión verdadera cuando imitamos a Simón de Cirene, aquel hombre que, sin decir palabra, cargó con la cruz del Señor. “Simón de Galilea (Pedro) dice, pero no hace. Simón de Cirene hace, pero no dice”, expresó el Papa en su mensaje, destacando así el valor del testimonio silencioso, pero concreto, del que ayuda al prójimo en medio del dolor.
Francisco planteó tres grandes líneas para vivir este tiempo sagrado. La primera es aprender del Cireneo, cuya acción —aparentemente obligada— se convierte en un encuentro personal con Cristo: “El Cireneo es forzado a llevar la cruz; no ayuda a Jesús por convicción sino por obligación”, explicó el Papa, pero ese gesto se transforma en participación viva en la pasión del Señor.
En segundo lugar, el Papa subrayó que cada cruz que cargamos en la vida, especialmente las impuestas por el dolor, la enfermedad o la injusticia, puede convertirse en una ocasión de encuentro con Cristo si la tomamos con amor y fe. Como Simón de Cirene, estamos llamados a descubrir en el sufrimiento un camino de unión con el Señor.
El tercer punto de la homilía fue una llamada concreta a ser apoyo para los demás: “La pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más, cuando levantamos al que está caído, cuando abrazamos al que está desconsolado”. Con estas palabras, el Papa invita a cada cristiano a no limitarse a cargar con su propia cruz, sino a estar atento a las cruces ajenas, a volverse cireneo de hermanos y desconocidos.
La Semana Santa, concluye el Papa en su mensaje, no es solo un tiempo de contemplación, sino una oportunidad para vivir la fe con obras de misericordia: salir al encuentro del sufriente, cargar con parte de su peso y hacerlo en nombre del amor de Cristo.
Fuente: Vatican News
