El Papa Francisco nos deja una Iglesia creciendo que necesita pastores

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Cuando el Papa Francisco fue elegido en 2013, heredó una Iglesia católica que, a pesar de las múltiples dificultades del mundo contemporáneo, seguía creciendo con fuerza, especialmente en el hemisferio sur

En una época marcada por la secularización en muchas partes del mundo, la Iglesia se mantenía viva y en expansión.

Los datos reflejan que, para el año 2012, la Iglesia católica había alcanzado un total de 1,229 millones de fieles, lo que representaba el 17.5% de la población mundial. Esta cifra era un claro testimonio de que el mensaje de Cristo seguía resonando en los corazones de millones de personas. África, Asia y América Latina mostraban una Iglesia dinámica y joven, en continuo crecimiento

Se estima que la población mundial a comienzos de 2023 era de algo más de 7,800 millones de personas, con crecimiento de 53 millones de personas respecto al año anterior. Se confirma el aumento global en todos los continentes, excepto Europa. 

En esa misma fecha, el número de católicos era de 1,390 millones de personas, con un aumento total de más de 13 millones de católicos respecto al año anterior. También en este caso, el aumento de católicos afecta a cuatro de los cinco continentes, descendiendo en medio millón el número de católicos en el viejo continente. 

El número de católicos por sacerdote ha empeorado levemente y cada sacerdote debe pastorear un promedio de 3,408 almas, 35 más que el año anterior. El número total de sacerdotes en el mundo se ha mantenido en 407,730, aunque Europa ha perdido nada menos que 2,745. 

El número de sacerdotes diocesanos es de 279,171, mientras que el de religiosos es de 128,559. Por otro lado, el número de diáconos permanentes en el mundo aumenta en casi mil personas y supera ya los 50.000.

Esto significa que en contraste con el crecimiento de fieles, se observaba una tendencia preocupante: la disminución de vocaciones sacerdotales y de religiosas

Entre 2011 y 2012, el número de sacerdotes descendió ligeramente, pasando de 414,313 a 413,418 (una disminución de 1,753), pero para 2024 el número de sacerdotes era de 407,730 y las vocaciones femeninas también mostraban una reducción. 

Este desfase entre el aumento de los fieles y la escasez de pastores subraya una realidad que la Iglesia debe atender con urgencia.

Esta situación no debe llevar al desaliento, sino al compromiso. Más que nunca, es necesario que las comunidades católicas fomenten la escucha del llamado de Cristo al sacerdocio y a la vida consagrada. El campo está listo para la cosecha, pero hacen falta obreros (cf. Mt 9,37). Cada número, cada estadística, es un recordatorio de la necesidad de una pastoral vocacional viva, audaz y cercana a los jóvenes.

El Papa Francisco, desde el inicio de su pontificado, insistió en el papel de la vocación como un acto de amor, una respuesta libre al llamado de Dios para servir a los demás. Su testimonio de vida sencilla, entregada a los pobres y al Evangelio, ha sido una inspiración para muchos. Pero la tarea continúa. El crecimiento de la Iglesia no podrá sostenerse sin hombres y mujeres que estén dispuestos a entregar su vida por el Reino.

Hoy más que nunca, necesitamos despertar corazones, abrir caminos, y acompañar procesos vocacionales con paciencia y esperanza. La Iglesia que el Papa Francisco heredó está viva, pero necesita pastores con olor a oveja, religiosos con corazón misionero, y comunidades dispuestas a sembrar vocaciones con amor.

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