¿Por qué los Papas cambian de nombre? Una tradición con raíces bíblicas

Cuando se anuncia Habemus Papam, una de las grandes curiosidades que surgen entre los fieles y el mundo entero es el nombre que el nuevo Papa ha elegido. ¿Por qué no usa su nombre de pila? ¿Quién le da ese nuevo nombre? ¿Desde cuándo se hace esto? ¿Hay nombres prohibidos?

La respuesta nos lleva a una rica tradición de fe con raíces en la misma Sagrada Escritura y que expresa algo más profundo que un simple cambio de etiqueta: representa una nueva misión, un nuevo comienzo, un nuevo “nacimiento” para el hombre que asume la más alta responsabilidad pastoral de la Iglesia.

1. Un cambio con fundamento bíblico

El origen de esta práctica está en Jesús mismo. En el Evangelio, Cristo le cambia el nombre a Simón, hijo de Jonás, y le dice:

“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mateo 16,18).

Ese cambio de nombre fue signo de una misión nueva. Simón pasaba a ser “Piedra”, el cimiento visible de la Iglesia. En el Antiguo Testamento también encontramos ejemplos similares: Abram pasa a llamarse Abraham (Génesis 17,5), y Jacob es llamado Israel (Génesis 32,29). En todos los casos, el cambio de nombre va acompañado de un llamado de Dios que transforma a la persona.

2. ¿Desde cuándo los Papas cambian su nombre?

En los primeros siglos del cristianismo, los obispos de Roma —es decir, los Papas— no cambiaban su nombre. Usaban el mismo nombre que tenían desde el bautismo. Sin embargo, esta práctica comenzó a modificarse con el paso del tiempo.

El primer Papa que claramente adoptó un nombre distinto fue Juan II, en el año 533. Su nombre de nacimiento era Mercurio, en referencia al dios pagano, lo cual le pareció inadecuado para un Vicario de Cristo. Desde entonces, se volvió costumbre (no obligación) adoptar un nuevo nombre al ser elegido Papa.

3. ¿Quién elige el nombre y cómo se decide?

El nuevo Papa elige su nombre libremente justo después de haber aceptado la elección en el Cónclave. No necesita aprobación de nadie. No hay ningún protocolo oficial ni lista cerrada, pero sí hay una fuerte carga simbólica y espiritual en la elección.

El nombre que elige suele estar inspirado por:

  • Un santo o Papa anterior al que admira.
  • Un deseo pastoral que quiere expresar.
  • Un gesto hacia una tradición, región o carisma particular.

Por ejemplo, Juan Pablo I eligió ese nombre como homenaje a sus dos inmediatos predecesores, Juan XXIII y Pablo VI. Francisco quiso honrar al santo de Asís y su amor por los pobres.

4. ¿Hay nombres prohibidos?

No existe una “lista negra” oficial, pero hay nombres que, por respeto o carga simbólica, no se han vuelto a usar, como por ejemplo:

  • Pedro: Nunca ha habido un Papa Pedro II. Esto es por respeto al primer Papa, San Pedro, y para evitar confusión con el fundamento de la Iglesia. Si bien no está formalmente prohibido, es una tradición muy fuerte.
  • También nombres como Jesús o Emmanuel no se utilizan por obvias razones teológicas.

5. Nombres más frecuentes

A lo largo de los siglos, algunos nombres han sido especialmente populares:

  • Juan: usado por 21 Papas.
  • Gregorio: 16 veces.
  • Benedicto: 16 veces.
  • Clemente: 14 veces.
  • Inocencio, León, y Pío también son nombres repetidos con frecuencia.

Cada uno de ellos refleja estilos de liderazgo, épocas de la Iglesia y figuras históricas de gran influencia. Por eso, la elección de un nombre nunca es algo casual.

6. ¿Y si el nombre elegido no se ha usado nunca?

No hay problema. Aunque muchos optan por nombres ya usados por Papas anteriores, pueden elegir un nombre nuevo. Por ejemplo, Juan Pablo I fue el primero en usar un nombre doble, y Francisco fue el primero con ese nombre. Este año, León XIV ha retomado un nombre que no se usaba desde 1878.

7. Un nuevo nombre, una nueva misión

Así como el cambio de nombre en la Biblia marcaba una nueva etapa en la vida de fe, el nombre papal indica también un nuevo rumbo para toda la Iglesia. A veces, ese nombre puede dar pistas sobre el estilo que tendrá su pontificado; otras veces, es una sorpresa que sólo se comprende con el paso de los años.

En todo caso, el nuevo nombre expresa la disposición del Papa a ser “otro Cristo” para el mundo, dejando atrás sus planes personales para asumir plenamente su vocación de servidor del Pueblo de Dios.

En resumen:

  • La tradición viene de Jesús, que cambió el nombre de Simón a Pedro.
  • Se volvió costumbre desde el siglo VI.
  • El Papa elige libremente su nuevo nombre.
  • Algunos nombres, como Pedro o Jesús, no se usan por respeto.
  • El nombre elegido suele tener un significado pastoral y espiritual.

Porque quien asume el nombre de Papa, no toma simplemente un título. Toma una cruz, una Iglesia, y un rebaño que espera ser guiado con el amor del Buen Pastor.

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