Construir puentes desde los pobres: una Iglesia al servicio de la paz

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Audiencia del Papa León XIV a los miembros de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice.

En medio de un mundo herido por la polarización, el ruido mediático y la desconfianza, el Papa León XIV ha lanzado un llamado profundo y esperanzador: redescubrir la fuerza transformadora de la Doctrina Social de la Iglesia como un camino para construir puentes de paz, dando voz a quienes pocas veces son escuchados: los pobres, los jóvenes marginados, los descartados.

Al recibir en audiencia los miembros de la Fundación Centesimus Annus Pro Pontifice, explicó el rol de la doctrina social de la Iglesia y explicó que ésta no es sólo un conjunto de principios, sino un “instrumento de paz y diálogo” capaz de inspirar una verdadera fraternidad universal. 

En una sociedad donde se grita más de lo que se escucha, donde abundan las noticias falsas y escasea el pensamiento crítico, la Iglesia tiene una misión: formar conciencias, despertar la compasión y generar encuentros.

Escuchar a los pobres: un camino hacia la verdad

León XIV fue contundente: los pobres son “tesoro de la Iglesia y de la humanidad”. Son portadores de miradas que el mundo suele desechar, pero que son indispensables para ver con los ojos de Dios. Por eso, el Papa animó a darles la palabra, no como un acto de caridad paternalista, sino como una decisión radical de justicia y humildad.

Los pobres no son solo destinatarios de la Doctrina Social. Son también sus autores, porque desde las periferias –materiales y existenciales– brota una sabiduría que desafía y purifica nuestras seguridades. Escucharlos no es opcional, es esencial si queremos construir una Iglesia creíble, encarnada y profética.

Justicia, paternidad y espiritualidad: necesidades del tiempo presente

En este tiempo de “grandes convulsiones sociales”, como lo llamó el Papa, hay una triple exigencia que recorre los corazones humanos: justicia, paternidad/maternidad, y espiritualidad. Especialmente los jóvenes y los excluidos claman por un mundo más justo, por relaciones más humanas y por un sentido profundo que oriente sus vidas. Muchos no encuentran canales para expresar ese anhelo. Y ahí debe estar la Iglesia: no para imponer respuestas, sino para acompañar búsquedas.

Una policrisis que pide puentes, no muros

El Papa no minimiza el contexto global: guerras, migraciones forzadas, desigualdades crecientes, precariedad laboral, crisis climática, confusión ética frente a los avances tecnológicos… Estamos, como decía Francisco, en una “policrisis”. Ante ella, no bastan soluciones técnicas. Se necesita una visión humanista, espiritual y fraterna.

Y ese es precisamente el aporte de la Doctrina Social de la Iglesia: una sabiduría que no presume poseer la verdad absoluta, pero que ofrece un camino compartido, interdisciplinario y comunitario hacia la verdad. No se trata de ideología, sino de diálogo; no de imponer, sino de proponer.

Una doctrina como servicio, no como poder

León XIV dejó en claro que cuando hablamos de “doctrina”, hablamos de conocimiento probado, dialogado, y en continua búsqueda. Una doctrina viva y abierta que no se confunde con una opinión personal, pero que tampoco se presenta como una verdad cerrada. La doctrina social de la iglesia es más bien una brújula en el mar agitado del mundo, una invitación a caminar juntos hacia una sociedad más humana, más justa y más fraterna.

El Papa León XIV, desde los primeros días de su pontificado, está dejando en claro que su corazón está con los pobres, con los jóvenes y con quienes buscan paz en medio del caos. Su apuesta no es política ni ideológica, sino evangélica: dar voz a los sin voz, tender puentes donde otros levantan muros, y recordar que la Iglesia no existe para sí misma, sino para servir.

Hoy más que nunca, necesitamos una Iglesia que escuche, que acompañe y que anuncie con coherencia una esperanza que no defrauda. Y en esa tarea, todos tenemos un lugar.

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