Evangelio del día
Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 31-33a. 34-35
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.
Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».
1. Contexto inmediato y teológico
Este pasaje ocurre inmediatamente después de que Judas Iscariote sale del cenáculo para traicionar a Jesús, es decir, al inicio de la Pasión. Es un momento cargado de tensión, pero Jesús habla de gloria, no de derrota.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 606-607), este momento marca el acto libre y voluntario de Cristo de entregarse por amor, como cumplimiento de la voluntad del Padre. Así, su glorificación pasa por la cruz.
2. “Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre”
La glorificación no se refiere solamente a la Resurrección, sino a todo el misterio pascual, desde la entrega hasta la exaltación. Para Jesús, la cruz es el trono desde donde manifiesta la gloria del amor del Padre.
San Agustín comenta:
”¿Qué significa ser glorificado sino ser reconocido por lo que uno realmente es? Jesús es glorificado cuando revela su amor hasta el extremo.”
(Comentario de San Agustin al Evangelio de Juan, Tratado 64)
3. “Les doy un mandamiento nuevo”
El mandamiento del amor no es nuevo en cuanto a la ley del Antiguo Testamento (cf. Lev 19,18), pero es nuevo en la medida y el ejemplo que Jesús ofrece: “como yo los he amado”. Este amor se vuelve la norma suprema del cristiano.
El Concilio Vaticano II lo expresa así:
“El Señor Jesús, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como Él y el Padre son uno (cf. Jn 17,21), nos abre horizontes inmensos de caridad”
El amor cristiano no es sentimentalismo, sino una entrega concreta, total y libre, como la de Jesús en la cruz.
4. “En esto reconocerán todos que son mis discípulos”
Jesús no dice que serán reconocidos por sus milagros, por sus doctrinas o rituales, sino por el amor mutuo. Este amor visible es el signo más claro de la identidad cristiana.
El Papa Francisco lo ha recordado muchas veces, diciendo:
“No se puede ser cristiano sin vivir como cristiano. Y vivir como cristiano significa testimoniar el amor de Cristo en la vida cotidiana.”
(Homilía, 25 de abril de 2016)
5. Aplicación litúrgica y espiritual
Este pasaje se lee en el Tiempo de Pascua, como parte del discurso de despedida de Jesús. La Iglesia lo propone para meditar el mandamiento del amor desde la luz de la Resurrección.
En la vida espiritual, este texto nos llama a:
- Acoger la gloria de la cruz, como signo de la entrega de amor.
- Vivir la caridad concreta en nuestras familias, comunidades, parroquias.
- Ser signos visibles de Cristo mediante el amor, superando divisiones y egoísmos.
Conclusión
El Evangelio de Juan 13, 31-35 nos conduce al núcleo del cristianismo: Dios es glorificado cuando amamos como Cristo amó. La cruz no es una derrota, sino la manifestación más alta del amor de Dios. Y ese amor es el que nos debe identificar como sus discípulos.