Apuntes de pastoral juvenil
Hoy hablemos de algo que todos tenemos, que todos vivimos, pero que pocas veces comprendemos con claridad: nuestro cuerpo y nuestra sexualidad.
Vivimos en un mundo que nos bombardea con mensajes contradictorios. Algunos dicen: “haz lo que quieras, sin límites”, y otros dicen: “cuidado, la sexualidad es peligrosa”. Y entre esos dos extremos uno puede sentirse confundido.
La Iglesia nos habla justamente de esto, y a ese conjunto de enseñanzas le llama Teología del Cuerpo. No se asusten por el nombre: no es filosofía complicada, es un modo de entender quiénes somos y para qué estamos hechos.
1. El cuerpo tiene un sentido
Tu cuerpo no es un accidente, ni una máquina, ni un juguete. Tu cuerpo tiene un significado profundo: está hecho para amar. Por eso en la Iglesia se habla del “significado esponsal del cuerpo”. Esponsal viene de “esposos”, y significa que tu cuerpo está hecho para entregarse en amor verdadero, no para usarse ni usar el de otros.
Dicho en fácil: con tu cuerpo puedes expresar la capacidad de donarte, de amar de verdad, de ser amado.
2. La sexualidad no es un problema, es un regalo
A veces nos presentan la sexualidad como si fuera un tabú del que no se puede hablar, o al revés, como si fuera un juego sin consecuencias. Ninguna de las dos posturas hace justicia a lo que realmente es.
La sexualidad es un don de Dios, y como todo regalo, hay que aprender a vivirlo bien. No se trata de reprimir, ni de dejarse llevar, sino de descubrir que está hecha para algo grande: el amor fiel, responsable y verdadero.
3. La castidad: no es decir “no”, es decir un “sí” más grande
Muchos piensan que la castidad es solo prohibición. Pero en realidad, la castidad es libertad. Es aprender a amar con todo el corazón, sin usar ni dejarse usar.
Un joven que decide esperar, que decide amar con respeto, no está perdiendo algo: está ganando la capacidad de entregarse en plenitud. La castidad no te roba nada: te prepara para amar de verdad.
4. Ejemplos para la vida real
- Si ves pornografía: detente un segundo y piensa: ¿eso es amor o es uso? Esa imagen no muestra ternura, no muestra respeto, solo reduce a la persona a un objeto. Tú vales mucho más que eso, y los demás también.
- Si tus amigos presionan: recuerda que no eres menos por decir “no”. Al contrario, eres más libre porque no te dejas manejar por lo que otros esperan de ti.
- Si tienes pareja: pregúntate: ¿lo que vivimos me acerca a ser mejor persona y a cuidar al otro, o lo reduce a un “me gustas y nada más”? El verdadero amor nunca hiere, siempre busca el bien del otro.
5. El amor verdadero es posible
El mundo nos dice que la fidelidad no existe, que el amor dura poco. La Teología del Cuerpo nos recuerda que fuimos creados para un amor que dura, que vale la pena, que llena el corazón.
Ese amor puede ser en el matrimonio, cuando alguien se entrega a su pareja para siempre. O puede ser en la vocación al celibato, entregando la vida a Dios y al servicio de los demás. Lo importante es entender que nuestro cuerpo tiene un propósito: amar en plenitud.
La Teología del Cuerpo no es una teoría complicada: es una invitación a descubrir la belleza de ser hombres y mujeres, creados para amar.
No tengan miedo de vivir su sexualidad con dignidad. No tengan miedo de nadar a contracorriente. El amor verdadero no es fácil, pero es el único que llena el corazón.
Y recuerden siempre: su cuerpo no es un objeto, es un lenguaje que dice “estoy hecho para amar y ser amado”.











