Cada iglesia debe tener un ministerio de Matrimonios

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Cada iglesia debe tener un ministerio de matrimonios

Todas las iglesias están conformadas por personas que pertenecen a una familia y muchas de esas personas viven en matrimonio. Pues bien, si bien es verdad que los pastores que lideran la iglesia brindan toda la asesoría posible a los matrimonios que se acercan buscando conciliación o solución a sus problemas de pareja, en la mayoría de los casos los pastores no cuentan con la preparación completa y profunda para apoyar y acompañar a los matrimonios.

No es necesario esperar a que los problemas de pareja se presenten para acercarse a los matrimonios y buscar soluciones, sobre todo cuando se cuenta con un ministerio que esté enfocado a brindar acompañamiento, un ministerio dirigido preferentemente por un matrimonio que se ha preparado para ese liderazgo.

Un ministerio de matrimonios debe tener el propósito de ayudar y acompañar a los matrimonios a cumplir su misión en su familia y en la sociedad, mediante charlas grupales en donde se expresen los problemas que pueden enfrentar y las soluciones que pueden encontrar cuando se presenten. 

Prevenir siempre será mejor que solucionar, y hay que estar conscientes de que muchos matrimonios, aún entre cristianos, se casan sin estar preparados.

Por supuesto que el ministerio de matrimonios debe contar con un equipo fuerte en conocimientos y experiencias que ayuden a brindar consejería cuando las crisis afloran, y dirigirlos bajo la iluminación del Espíritu Santo no sólo para encontrar soluciones sino también para vivir plenamente su vida conyugal.

El ministerio de matrimonios debe estar preparado para vivir tres momentos importantes:

1. La preparación para el matrimonio. Esta preparación de los jóvenes al matrimonio es primordial en nuestros días, por lo que es urgente promover y dar testimonio de los valores del matrimonio. 

Hay jóvenes que piensan “yo no creo en el matrimonio, porque para terminar como mis papás, mejor no me caso”. Estas palabras revelan el sentir de muchos jóvenes que no creen en la riqueza del matrimonio. Es por eso necesario trabajar en un ministerio que prepare a los jóvenes y favorezca la madurez en el amor.

2. Celebración. El matrimonio cristiano exige una celebración formal, que exprese de manera social y comunitaria la naturaleza del pacto conyugal entre hijos de Dios. La celebración del matrimonio debe ser realizado con gran respeto y amor en la presencia de Dios.

3. Seguimiento postmatrimonial. Mucho podemos hacer al acompañar a los matrimonios jóvenes en la gran labor de educar a sus hijos, para la edificación de la Iglesia y por supuesto de la Sociedad. Es necesaria la ayuda de todo el equipo del ministerio de matrimonios en esta hermosa acción.

Finalmente, tres deben ser los propósitos del ministerio de matrimonios:

  1. ACOMPAÑAR a los matrimonios jóvenes en los primeros años de vida matrimonial y en los momentos de crisis. La prevención es muy importante. Es muy importante que el equipo del ministerio de matrimonios una esfuerzos para defender el amor de los esposos.
  2. AYUDAR a los padres de familia en la educación de los hijos en los valores cristianos y en el crecimiento de la fe.
  3. AMAR y defender la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural. El amor a la vida será siempre un escudo para defenderse de los embates de la sociedad que cada vez valora menos la vida de los bebés concebidos.

Una familia sólida hace una sociedad sólida. El ministerio de matrimonios debe ser para las familias fuente de esperanza. La falta de confianza en el futuro, la incertidumbre y el miedo son los grandes enemigos en la actualidad. 

Sembremos la semilla del amor y la esperanza en nuestras familias e iluminados por el Espíritu Santo recibamos la fortaleza para enfrentar toda crisis de diferencias e incompatibilidades que naturalmente se enfrentan en los matrimonios de los miembros de la iglesia.

Por último, busquemos que este precioso ministerio transcienda las paredes de la iglesia e incorpore a los grupos de los miembros de la comunidad que no se han incorporado a la iglesia para que reciban a Jesús como su Salvador, al Padre que todo lo puede y al Espíritu Santo que les ilumina para tener la sabiduría que les ayudará a discernir en todo momento de crisis.

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