Hoy, 17 de mayo, iniciamos con entusiasmo la novena en honor a San Felipe Neri, un santo cuya vida fue una explosión de alegría, cercanía y fuego espiritual. Su testimonio sigue siendo un faro luminoso para toda la Iglesia, y en Querétaro lo sentimos aún más cerca porque la Catedral lleva su nombre. ¡Qué buena ocasión para recordarlo, celebrarlo y dejarnos contagiar por su espíritu!
El santo que conquistó Roma… con una sonrisa
Felipe Neri nació en Florencia en 1515, pero fue en Roma donde su presencia transformó barrios enteros. No llevaba nada más que una sonrisa, una palabra sencilla y un corazón ardiente de amor por Dios y los demás. Caminaba entre pobres, enfermos y olvidados, llevando consuelo y pan… y siempre una palabra alegre.
Le llamaban “el santo de la alegría” porque su forma de evangelizar no era con regaños ni discursos largos, sino con cercanía, buen humor y una fe desbordante. ¡Qué actual su estilo en este tiempo que a veces se pone tan amargo y gris!
Un educador que enseñaba con el corazón
Felipe no fundó escuelas con pizarrón, pero formó almas con su palabra viva y sus gestos concretos. Amaba hablar con jóvenes y niños, enseñarles a rezar, a amar la Eucaristía y a vivir con sencillez. Las reuniones que organizaba en su pequeño oratorio dieron origen a lo que hoy conocemos como la Congregación del Oratorio.
No por nada es patrono de los educadores y de los humoristas. Porque enseñó que se puede formar en la virtud con alegría, que se puede hablar del cielo con palabras simples, y que el Evangelio no necesita caras largas, sino corazones encendidos.
Felipe en Querétaro: una presencia especial
La Catedral de Querétaro lleva con orgullo el nombre de San Felipe Neri. Allí, cada piedra parece guardar algo de la sencillez y el gozo de este gran santo. No se trata sólo de un nombre, sino de una inspiración. Su espíritu sigue presente, invitando a todos los queretanos a vivir una fe alegre, cercana y humilde.
Hoy que comienza su novena, ¿por qué no detenernos un momento para conocerlo más y pedir su intercesión? ¿Por qué no animarnos a vivir con más alegría y menos quejas? San Felipe nos recuerda que la santidad no es aburrida, ¡sino una aventura llena de vida!
¿Y tú, ya tocaste la campana del oratorio?
Felipe tocaba la campana para llamar a los suyos al encuentro con Dios. Hoy, quizás no escuchamos campanas, pero sí sentimos dentro el llamado de su ejemplo. Esta novena puede ser una oportunidad para volver al silencio, a la oración sencilla, al servicio concreto.
Aprovechemos estos nueve días para pedir por los educadores, los jóvenes, las familias, y por una Iglesia que eduque con alegría, como lo hizo él. Como decía San Felipe: “No es tiempo de dormir, porque el Paraíso no se hizo para los vagos”.
¡San Felipe Neri, ruega por nosotros!