De lo que abunda en tu corazón, habla tu boca

0
41

Hay una frase que Jesús dijo y que tiene mucha fuerza: “De lo que abunda en tu corazón, habla tu boca” (Lc 6, 45). ¿Te has puesto a pensar en todo lo que dices al día? Palabras a tus amigos, a tu familia, en redes sociales, en mensajes… ¡Hablamos muchísimo! Pero la pregunta importante es: ¿qué dicen nuestras palabras de lo que llevamos dentro?

Lo que sale de nuestra boca revela lo que hay dentro

Si nuestro corazón está lleno de amor, nuestras palabras serán amables. Si está lleno de alegría, vamos a contagiar a los demás. Pero cuando en el corazón hay enojo, tristeza, rencor o inseguridad, eso también se nota en cómo hablamos: podemos responder mal, herir a otros o simplemente hablar con negatividad.

Por eso Jesús nos dice esto, para que aprendamos a cuidar nuestro interior. Lo que decimos revela quiénes somos por dentro.

¿Qué estás dejando entrar en tu corazón?

Piénsalo un momento: todo lo que ves, escuchas y piensas va llenando tu corazón. La música que oyes, las series que miras, los videos en redes, las conversaciones con amigos… Todo eso va formando tu manera de ser.

Si solo te llenas de cosas negativas —críticas, chismes, burlas, violencia—, eso es lo que va a salir por tu boca. Pero si te llenas de cosas buenas, como la Palabra de Dios, buenos consejos, música que te inspira, y amistades sanas, vas a hablar con bondad y alegría.

¿Qué cosas están alimentando hoy tu corazón?

Aprender a hablar como Jesús. 

Jesús siempre habló con amor. Decía palabras como “Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios” (1 Jn 4:7), “Todo aquel que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios” (1 Jn 4:7), “El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor” (1 Juan 4:8). Sus palabras daban vida, esperanza, consuelo.

Y eso mismo nos invita a hacer: usar nuestras palabras para construir, no para destruir.

¿Cuántas veces unas simples palabras pueden hacerle el día a alguien? Un “gracias”, un “me gusta cómo eres”, un “cuentas conmigo”, un “perdón”, puede cambiar mucho.

Imagina si todos decidiéramos hablar más bonito, más desde el corazón, menos desde la crítica o el enojo.

¿Cómo lograrlo?

No es fácil, porque todos tenemos días malos, y a veces es más fácil quejarse o hablar mal. Pero con la ayuda de Dios, es posible. Aquí veremos algunos consejos:

1. Pídele a Dios que llene tu corazón de cosas buenas. Un corazón lleno de amor y fe no habla con odio.

2. Cuida lo que ves y oyes. Pregúntate: ¿Esto me ayuda a ser mejor o me llena de cosas feas?

3. Rodéate de personas que te animen a crecer. Amistades sanas te ayudan a tener un corazón sano.

4. Antes de hablar, piensa: ¿Lo que voy a decir va a ayudar o a herir?

5. Ten un rato al día para estar con Dios. Orar, leer la Biblia, escuchar música que te conecte con Él. Eso llena el corazón de luz.

Que nuestras palabras hablen de amor

Jesús nos enseña que las palabras no son sólo sonidos: tienen poder. Con ellas puedes animar o herir, levantar o destruir. Por eso, llenemos el corazón de Dios, y así nuestras palabras serán reflejo de Él. Palabras que sanan, que dan alegría, que muestran esperanza.

Pidámosle a la Virgen María, que supo guardar cosas buenas en su corazón, que nos ayude a hacer lo mismo.

Recuerda: “De lo que abunda en tu corazón, habla tu boca”. ¿Qué quieres que hable tu boca?

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here