Del cansancio al fruto, de la tristeza a la alegría

Lectura del Evangelio de hoy jueves 29 de mayo de 2025.

0
55

Primera lectura

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 18, 1-8

En aquellos días, Pablo dejó Atenas y se fue a Corinto. Allí encontró a un tal Áquila, judío natural del Ponto, y a su mujer, Priscila; habían llegado hacía poco de Italia, porque Claudio había decretado que todos los judíos abandonasen Roma.

Se juntó con ellos y, como ejercía el mismo oficio, se quedó a vivir y trabajar en su casa; eran tejedores de lona para tiendas de campaña. Todos los sábados discutía en la sinagoga, esforzándose por convencer a judíos y griegos. Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, dando testimonio ante los judíos de que Jesús es el Mesías.

Como ellos se oponían y respondían con blasfemias, Pablo sacudió sus vestidos y les dijo:
«Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza. Yo soy inocente y desde ahora me voy con los gentiles».

Se marchó de allí y se fue a casa de un cierto Ticio Justo, que adoraba a Dios y cuya casa estaba al lado de la sinagoga. Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; también otros muchos corintios, al escuchar a Pablo, creían y se bautizaban.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 16-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver».

Comentaron entonces algunos discípulos:
«¿Qué significa eso de “dentro de poco ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver”, y eso de “me voy al Padre”?».

Y se preguntaban:
«¿Qué significa ese “poco”? No entendemos lo que dice».

Comprendió Jesús que querían preguntarle y les dijo:
«¿Estáis discutiendo de eso que os he dicho: “Dentro de poco ya no me veréis, y dentro de otro poco me volveréis a ver”? En verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría».

Reflexión laical para hoy — Nacer de Nuevo

Hechos 18, 1-8 | Juan 16, 16-20

Hay momentos en los que uno siente que ya ha hecho todo lo posible por hablar de Dios, por dar testimonio, por mantenerse firme en la fe… y no hay respuesta. O peor aún: hay rechazo. Pablo lo vivió. En Corinto, discutía cada sábado, intentaba convencer a los suyos, se desgastaba, y lo que recibió fueron blasfemias. Pero no se quebró. Sacudió el polvo y siguió adelante. Con libertad y paz, se volvió hacia quienes sí estaban dispuestos a escuchar.

Como laicos, también nos toca vivir esa tensión. Intentamos formar a nuestros hijos, dar buen testimonio en el trabajo, hablar con respeto sobre nuestra fe… y muchas veces, topamos con burla, indiferencia o cansancio. Pero el ejemplo de Pablo nos enseña algo importante: la misión no se mide por cuántos aceptan, sino por la fidelidad con la que damos testimonio. Lo demás lo hace Dios. Lo vemos en Crispo y en muchos corintios que, sin grandes discursos, creyeron al ver la entrega de Pablo.

Y entonces entra el evangelio: esa confusión de los discípulos, ese “no entendemos lo que dice”, también es nuestra. A veces no entendemos por qué Dios calla, por qué permite tanto sufrimiento, por qué parece ausente. Sentimos que “ya no lo vemos”. Pero Jesús nos da una promesa: la tristeza se convertirá en alegría.

No es una promesa vacía. Es la certeza de que en el aparente silencio, Él sigue obrando. Que en medio de la oscuridad, hay un “poco” de tiempo que se convertirá en resurrección. No sabemos cuánto durará ese “poco”, pero sí sabemos en quién confiamos.

Hoy, como laicos, sigamos sembrando, aunque parezca inútil. Sigamos esperando, aunque no entendamos. Sigamos creyendo, aunque el mundo se ría. Porque el mismo Jesús que se fue, es el que ha prometido volver. Y con Él, vendrá la alegría que no pasa.

DEJA UNA RESPUESTA

Please enter your comment!
Please enter your name here