Domingo 25 de mayo de 2025 Lectura del santo Evangelio según San Juan

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Juan 14, 23-29

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y  haremos en él nuestra morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”.

En este hermoso pasaje del Evangelio según san Juan, Jesús nos revela tres tesoros que cambian la vida de quien cree: el amor que se hace morada, la paz que viene del cielo, y la promesa del Espíritu Santo.

1. Amor que se queda a vivir

Jesús no habla de un amor sentimental o superficial. Dice que quien lo ama “cumplirá su palabra”, es decir, vivirá según su enseñanza, con fidelidad y entrega. A esa persona, promete algo increíble: que el Padre y Él vendrán a vivir en su corazón. No se trata de una visita ocasional, sino de una presencia constante. Dios se instala en nuestra vida cuando hay amor auténtico, ese que se demuestra obedeciendo y confiando.

2. El Espíritu Santo, maestro interior

Jesús prepara a sus discípulos para su partida, pero no los deja solos. Promete enviar al Espíritu Santo, el Consolador. Él es quien nos recuerda las palabras de Cristo, quien nos enseña lo que no entendemos, y quien aviva en nosotros la fe cuando todo parece oscuro. En tiempos de confusión, el Espíritu Santo es la brújula que nos orienta hacia la verdad y nos da valor para seguir a Jesús.

3. Paz que no es del mundo

“La paz les dejo, mi paz les doy.” Pero Jesús aclara: “No como la da el mundo”. La paz del mundo es frágil, depende de circunstancias favorables. La de Jesús es firme, serena, permanece aun en medio de las pruebas. Es una paz que brota de saberse amado por Dios, acompañado por el Espíritu, y en camino hacia la eternidad.

¿Qué hacer con esta Palabra?

– Revisa si amas a Jesús con hechos, no solo con palabras.

– Pide al Espíritu Santo que te enseñe y te fortalezca cada día.

– Abraza la paz de Cristo, incluso en medio de los miedos.

– Cree, aunque no entiendas todo. Él ya nos lo dijo: “Se los he dicho antes, para que cuando suceda, crean.”

Que esta palabra nos consuele, nos anime y nos recuerde que no estamos solos. Jesús vive en nosotros, y su paz es más grande que cualquier tormenta.

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