Domingo de la Divina Misericordia: Un regalo de amor para el mundo

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Cada año, el domingo siguiente a la Pascua, la Iglesia celebra con gran alegría el Domingo de la Divina Misericordia. Esta fiesta nos recuerda una verdad central de nuestra fe: el amor infinito de Dios que siempre está dispuesto a perdonar, sanar y renovar nuestras vidas.

¿Qué es la Misericordia?

La misericordia es el amor que se inclina sobre la miseria humana para levantarla. Es el rostro más tierno y compasivo del amor de Dios. Ser misericordioso es, como Dios, acercarse al dolor del otro, perdonar las ofensas, aliviar el sufrimiento, buscar y salvar a quien se había perdido.

La misericordia no es debilidad, sino una fuerza poderosa que transforma corazones y sana heridas profundas. Dios nos muestra que su amor es más grande que nuestro pecado, y que nunca se cansa de esperarnos.

¿Cómo surgió la devoción a la Divina Misericordia?

La devoción a la Divina Misericordia fue revelada a una sencilla monja polaca, Santa Faustina Kowalska (1905-1938). En numerosas visiones, Jesús le pidió que transmitiera al mundo su deseo ardiente de derramar su misericordia sobre todos los hombres, especialmente sobre los pecadores.

El mensaje principal fue que la humanidad no encontrará paz hasta que no se vuelva con confianza a la misericordia de Dios. Jesús le enseñó a Sor Faustina varias prácticas para difundir esta devoción:

  • La Coronilla de la Divina Misericordia.
  • La imagen de Jesús Misericordioso, con las palabras: “Jesús, en Ti confío”.
  • La Hora de la Misericordia (las 3:00 de la tarde, hora en que murió en la cruz).
  • Y sobre todo, la institución de una fiesta especial dedicada a la Misericordia, el primer domingo después de Pascua.

El Papa San Juan Pablo II, gran devoto de la Divina Misericordia, estableció oficialmente esta fiesta en el año 2000, al canonizar a Santa Faustina. En esa ocasión dijo: “La Misericordia es el límite que Dios ha puesto al mal”.

¿Cómo se celebra el Domingo de la Misericordia?

Este día tiene un sentido muy especial:

  • Participar en la Santa Misa con espíritu de profunda confianza en Dios y arrepentimiento de los pecados.
  • Confesarse si es posible en esos días para recibir la gracia de una renovación interior completa.
  • Rezar la Coronilla de la Divina Misericordia, especialmente a las 3:00 p.m.
  • Venerar la imagen de Jesús Misericordioso, pidiéndole con fe la gracia de confiar en Él y ser misericordiosos con los demás.
  • Practicar obras de misericordia: visitar enfermos, ayudar a los necesitados, perdonar, consolar, enseñar al que no sabe, etc.

Además, la Iglesia concede indulgencia plenaria en esta fiesta bajo las condiciones habituales: confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Papa.

Un llamado a vivir la misericordia

Celebrar este domingo no es sólo un acto devocional: es un llamado a vivir cada día confiando en el amor de Dios y extendiendo su misericordia a quienes nos rodean. El Papa Francisco recordó muchas veces: “¡La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia!”.

Hoy, más que nunca, el mundo necesita de la ternura, el perdón y la esperanza que brotan del Corazón Misericordioso de Jesús.

Que este Domingo de la Misericordia sea para nosotros un nuevo comienzo, una nueva confianza y un nuevo impulso para amar como Dios nos ama.

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