El siguiente es un conmovedor cuento de autor anónimo que muestra cómo es que la caridad se contagia.
El mendigo y el pan
En un pequeño pueblo, un mendigo hambriento se acercó a la puerta de la iglesia. Se arrodilló y oró:
—Señor, dame hoy mi pan de cada día.
Al terminar su oración, se sentó en la calle y vio salir al panadero del pueblo con una hogaza recién horneada.
—¡Dios te bendiga! —le dijo el mendigo con esperanza.
Pero el panadero lo miró con desprecio y murmuró:
—Si quieres pan, trabaja.
El mendigo bajó la cabeza, pero antes de marcharse, el sacerdote de la iglesia se le acercó con una sonrisa y le entregó una hogaza de pan caliente.
—Este pan es para ti. Dios nos da lo necesario, pero también nos invita a compartir con los demás.
El mendigo lloró de gratitud y partió el pan en dos. Caminó hasta otro mendigo que yacía en la calle y le ofreció la mitad.
Desde la puerta de su tienda, el panadero observó la escena y sintió un peso en su corazón. Esa noche, en su oración, dijo:
—Señor, perdóname. No quiero ser rico en bienes, sino en amor.
A la mañana siguiente, salió con una cesta llena de pan y buscó a los necesitados para compartir. Desde entonces, su panadería no solo alimentó cuerpos, sino también almas.
Y así, entendió que el verdadero pan del cielo se comparte con amor.
Autor anónimo