El Papa León XIV clama por un amanecer de paz en Gaza

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Palestinos forzados a dejar sus hogares en el norte avanzan hacia el sur de Gaza.

Mientras los tanques israelíes avanzan sobre Ciudad de Gaza en una operación descrita por sus mandos como “fase final” de la guerra, desde la Plaza de San Pedro resonó una voz distinta: la del Papa León XIV, que renovó con firmeza su llamado a un alto el fuego inmediato, a la liberación de los rehenes y a una solución diplomática que respete el derecho internacional humanitario.

El Pontífice se pronunció con palabras cargadas de compasión y denuncia: expresó su cercanía al pueblo palestino “obligado por la fuerza a abandonar sus tierras, a vivir en el miedo y a sobrevivir en condiciones inaceptables”. 

En un escenario donde los bombardeos han dejado más de 100 muertos en pocas horas, 140 edificios reducidos a escombros y 370 mil desplazados, la súplica papal se eleva como contraste frente al estruendo de las armas.

“Cada persona tiene siempre una dignidad inviolable”, subrayó León XIV, recordando el mandamiento divino que prohíbe matar y apelando a una memoria histórica que no debería repetirse en el exterminio de un pueblo. 

Es inevitable leer estas palabras como un recordatorio para Israel, nación que un día clamó solidaridad frente al horror nazi y que hoy, ciega ante los llamados de la humanidad, parece convertirse en verdugo de otro pueblo desarmado.

En Castel Gandolfo, al ser interrogado por periodistas sobre el “éxodo” de Gaza, el Papa mostró especial preocupación por quienes “no tienen adónde ir” y por aquellos que, pese al riesgo, deciden permanecer

Entre los que decidieron permanecer está el párroco de la Sagrada Familia, Gabriel Romanelli, quien decidió acompañar a unas 450 personas refugiadas en su parroquia. “Hay que buscar realmente otra solución”, advirtió el Pontífice.

Su llamado es, a la vez, oración y advertencia: alto el fuego, liberación de los rehenes, diálogo y respeto pleno a la dignidad humana. Un mensaje que, más que política, es evangelio vivo frente a la barbarie.

En la audiencia general, León XIV encomendó a la intercesión de San Estanislao Kostka la paz en el mundo, convencido de que incluso en medio de la guerra hay jóvenes capaces de inspirar un futuro distinto. 

Mientras agradecía con humildad las felicitaciones por su onomástica, la mirada del Papa Leon XIV permanecía fija en Gaza, como si cada palabra pronunciada fuera un clamor desesperado para evitar que la historia registre otra herida imborrable de crueldad.

El Papa pide un amanecer de paz. Pero la pregunta que queda flotando es si el mundo, y especialmente quienes tienen las armas en las manos, serán capaz de escuchar.

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