Por primera vez desde su ingreso al Policlínico Gemelli el pasado 14 de febrero, el Papa Francisco ha sido fotografiado esta mañana durante un momento de profunda oración, tras concelebrar la Misa en la capilla privada del hospital. Vestido con alba y estola moradas, y desde su silla de ruedas, el Pontífice aparece de espaldas, en actitud recogida ante el crucifijo que preside el altar.
La imagen, difundida por la Oficina de Prensa de la Santa Sede, revela un instante íntimo y poderoso: el Papa que, a pesar de su estado de salud, no deja de aferrarse a la oración.
Desde hace semanas, la pregunta resonaba dentro y fuera de los muros del Vaticano: ¿Cómo está el Papa? Y, sobre todo, ¿cuándo volveremos a verlo? La última vez que se le vio públicamente fue hace más de un mes, cuando recibió en Casa Santa Marta a miembros de la Fundación española Gaudium et Spes, justo antes de su ingreso. Desde entonces, sólo su voz, algo apagada, llegó a los fieles a través de un audio transmitido durante el Rosario del 6 de marzo en la Plaza de San Pedro.
Mientras tanto, las ventanas del décimo piso del Gemelli se han convertido en el punto de referencia para quienes esperan una señal del Papa. Hoy mismo, unos 200 niños, en su mayoría de UNICEF y organizaciones italianas, se reunieron frente al hospital con flores, globos y pequeños gestos de cariño. Sus ojos, fijos en las cortinas blancas que el viento movía caprichosamente, buscaban ver aparecer al Pontífice, aunque fuera por un instante, con un saludo, una sonrisa o una bendición.
Aunque no hubo aparición, la foto de hoy es un mensaje silencioso, pero claro: Francisco sigue luchando, orando, acompañando al mundo con su fe intacta. En paralelo, continúa con sus tratamientos: terapias respiratorias y motoras, descanso y algo de trabajo, según ha comunicado la Santa Sede. A pesar de que el parte médico lo define como un “cuadro clínico complejo”, su estado es estable y, aunque las actualizaciones oficiales son cada vez menos frecuentes, se sabe que su jornada sigue marcada por la oración y el esfuerzo de la recuperación.
En el mensaje que preparó para el Ángelus del domingo pasado, el Papa escribió: “Nada puede impedirnos amar y rezar, ni siquiera la enfermedad”, y recordó a quienes, como él, atraviesan momentos difíciles. Palabras que hoy, más que nunca, resuenan con fuerza.
Mientras la espera continúa, la imagen del Papa en oración es un bálsamo y una señal de esperanza. Quizá no haya aún una bendición desde la ventana, pero su oración silenciosa sigue siendo un abrazo al mundo.