Fruto del Madero: jóvenes que caminan con la Iglesia desde el arte y el Rosario

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La Iglesia católica tiene muchos caminos por los que se manifiesta y se hace vida: en los sacramentos, en la liturgia, en la oración comunitaria, en las fiestas populares, en la solidaridad y también, de manera cada vez más visible, en el arte. Porque cuando la fe se expresa en música, danza, pintura o poesía, el corazón humano encuentra un lenguaje cercano para hablar con Dios.

En este horizonte se levanta la comunidad Fruto del Madero, un grupo de jóvenes colombianos que han descubierto en el Rosario y en la música un camino de fe, encuentro y testimonio. 

Su nombre y su carisma nacieron de una experiencia sencilla pero profunda: rezar el Rosario con el corazón abierto y experimentar que María es Madre real, tierna y cercana

Esa vivencia marcó el inicio de un proyecto que hoy reúne a más de treinta jóvenes y profesionales comprometidos en mostrar que se puede vivir en el mundo sin pertenecer al espíritu del mundo.

Arte y espiritualidad en unidad

Fruto del Madero no es solo un grupo musical, sino una comunidad que vive la espiritualidad mariana y eucarística. En torno al Rosario y la adoración al Santísimo organizan vigilias, talleres, misiones, confirmaciones, peregrinaciones y encuentros creativos donde el arte se convierte en plegaria. 

Para ellos, la música no es espectáculo, sino preparación del alma; la danza, la pintura o la poesía no son adornos, sino cauces de oración. Todo lo que hacen nace de una certeza: el ser humano es imagen de un Dios artista, y cuando el arte se entrega a Él, florece en belleza y en fe.

Testimonio de vida cristiana

Lo más llamativo de Fruto del Madero es la normalidad con la que viven y comparten su fe. Se presentan con sencillez, en jeans y camiseta, pero con una fuerza espiritual que proviene de la oración, la Eucaristía y la vida comunitaria. 

Su forma de evangelizar es cercana, alegre, sin protagonismos, mostrando que ser joven y ser católico no son caminos opuestos, sino una misma ruta que conduce a Cristo.

Caminar como Iglesia

Al mirar a Fruto del Madero comprendemos cómo la Iglesia se renueva constantemente a través de la creatividad de sus hijos. Ellos son un ejemplo de que la Iglesia no camina solo en templos o solemnidades, sino también en el arte, en la música, en los talleres comunitarios, en los rosarios compartidos y en las experiencias de amistad que nacen de la fe. Son Iglesia viva que se manifiesta en comunidad, en oración, en arte y en misión.

Así, este grupo de jóvenes se suma a la gran sinfonía de la Iglesia, recordándonos que la espiritualidad cristiana se enriquece cuando se combina con la creatividad y con el testimonio de una vida entregada a Dios y al prójimo.

Al final, todo lo que hacen tiene un mismo objetivo: conducir a los corazones al encuentro con Jesús, de la mano de María. Y lo logran porque viven lo que proclaman: nadie ama lo que no conoce, nadie sigue lo que no ama.

Para concluir este recorrido por su testimonio, te invitamos a ver y escuchar el video de su canción “Siento”, disponible en YouTube, como una muestra concreta de cómo el arte se convierte en oración.

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