Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador: A 1700 años del Concilio de Nicea

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En el marco del aniversario número 1700 del Primer Concilio Ecuménico de Nicea (año 325), la Comisión Teológica Internacional ha publicado un importante documento titulado “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”, que ofrece una profunda reflexión sobre la centralidad de Cristo en la fe cristiana y sobre el significado actual de la confesión de fe en Jesús como el Hijo de Dios.

El Concilio de Nicea marcó un hito en la historia de la Iglesia al formular solemnemente que Jesucristo es “Dios verdadero de Dios verdadero”, consustancial con el Padre, afirmación que se recogió en el Credo niceno, núcleo del dogma trinitario cristiano. Esta verdad, que definió la identidad de Cristo frente a las herejías de su tiempo, especialmente el arrianismo, continúa siendo piedra angular para la fe de la Iglesia hoy.

La Comisión Teológica, en este nuevo documento, no solo recuerda los fundamentos dogmáticos definidos en Nicea, sino que ofrece una actualización teológica y pastoral de esa confesión de fe, subrayando su relevancia en el contexto contemporáneo, marcado por el relativismo, el secularismo y la pérdida del sentido trascendente de la vida.

Claves del documento

  1. Cristología desde la Tradición viva
    El texto parte del reconocimiento de que Jesucristo no es simplemente un maestro moral o un líder religioso, sino el Hijo eterno del Padre, enviado para nuestra salvación. Esta afirmación no es una fórmula vacía ni una construcción teórica, sino el resultado de la experiencia viva de la Iglesia, transmitida de generación en generación.
  2. Salvación universal, confesión concreta
    Frente a visiones que diluyen la especificidad de Cristo en un pluralismo religioso mal entendido, la Comisión reafirma que Jesucristo es el único Salvador del mundo, y que esta verdad no excluye a nadie, sino que invita a todos a una respuesta libre y consciente de fe.
  3. Nicea como punto de unidad y verdad
    El documento resalta cómo el Concilio de Nicea fue un momento en que la Iglesia, en comunión con el Espíritu Santo, supo discernir y proclamar la fe auténtica. Hoy, esa unidad doctrinal sigue siendo esencial frente a la fragmentación cultural y eclesial.
  4. Cristología y misión
    Reconocer a Jesús como Hijo de Dios implica no solo profesar una verdad teológica, sino vivirla en la práctica: anunciar el Evangelio, servir al prójimo, y construir comunidades que reflejen la presencia del Salvador en medio del mundo.

Un llamado a los creyentes de hoy

Este documento no es solo una conmemoración académica, sino un llamado a renovar la fe en Jesús, tal como fue proclamada hace 1700 años en Nicea. Nos invita a volver a lo esencial, a redescubrir la alegría y el poder de confesar que “Jesús es el Señor”, y a dejar que esa confesión transforme nuestras vidas, nuestras parroquias y nuestras sociedades.

En tiempos de confusión doctrinal, indiferencia religiosa y polarización social, esta declaración de la Comisión Teológica Internacional ofrece una brújula clara: Jesús es el Hijo de Dios, el Salvador que revela al Padre, y es en Él donde la humanidad encuentra su camino, su verdad y su vida.

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