El matrimonio cristiano no es simplemente una unión legal o sentimental, sino un sacramento que refleja la alianza de Cristo con su Iglesia. En este sentido, la preparación para el matrimonio es esencial, ya que permite a los novios comprender la profundidad de su compromiso y asumirlo con plena conciencia y responsabilidad.
El matrimonio tiene su origen en Dios y es una vocación que requiere un camino de fe y amor. No se trata solo de una decisión personal, sino de un compromiso público ante Dios y la comunidad. Por ello, la preparación debe abarcar aspectos espirituales, emocionales y humanos, ayudando a los futuros esposos a fortalecer su relación y afrontar los desafíos que surgirán en la vida conyugal.
En la actualidad, diversas diócesis han desarrollado programas de preparación matrimonial con enfoques pedagógicos y psicológicos adecuados a la realidad cultural y social. Esta preparación no solo ayuda a los novios a comprender el significado del matrimonio, sino que también los educa en la importancia del respeto, la fidelidad y la defensa de la vida familiar.
Sin embargo, la sociedad enfrenta una crisis de valores en torno al matrimonio y la familia. La secularización, el permisivismo sexual y la falta de formación adecuada han llevado a una desvalorización del matrimonio, con consecuencias como el aumento del divorcio y la disminución de matrimonios. Frente a esta realidad, la Iglesia insiste en la necesidad de reforzar la educación en la fe desde la infancia y en proporcionar a los jóvenes una orientación clara sobre el amor cristiano y el sentido del matrimonio.
La preparación matrimonial se organiza en tres etapas: remota (desde la infancia, con una educación basada en valores familiares y cristianos), próxima (durante el noviazgo, con formación específica sobre el matrimonio) e inmediata (en los meses previos a la boda, con orientación espiritual y litúrgica). Este proceso garantiza que los novios lleguen al matrimonio con una base sólida, conscientes de su misión como esposos y futuros padres.
La Iglesia invita a las diócesis y comunidades a fomentar una pastoral matrimonial más efectiva, mediante la creación de comisiones especializadas que brinden apoyo a los futuros esposos. La preparación al matrimonio no sólo beneficia a la pareja, sino que también fortalece a la sociedad, promoviendo familias estables y comprometidas con la fe y los valores cristianos.
La fracción 53 de documento Preparación al Sacramento del Matrimonio, del Pontificio Consejo para la Familia dice textualmente: “Esta preparación al sacramento del Matrimonio debería coronar una catequesis que ayude a los novios cristianos a recorrer conscientemente su itinerario sacramental. Es importante que sepan que se unen en matrimonio como bautizados en Cristo y habrán de comportarse en su vida familiar en sintonía con el Espíritu Santo. Conviene, pues, que los futuros esposos se dispongan a la celebración del matrimonio para que sea válida, digna y fructuosa, recibiendo el sacramento de la Penitencia (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1622). La preparación litúrgica al sacramento del Matrimonio debe resaltar el valor de los elementos rituales actualmente disponibles. Normalmente la celebración del matrimonio se inserta en la celebración eucarística, a fin de establecer una relación más clara entre el sacramento nupcial y el misterio pascual”.
En conclusión, la preparación para el matrimonio es una tarea fundamental para la Iglesia y la sociedad. Más que un requisito previo a la boda, es un camino de formación y crecimiento en la fe que permite a los esposos vivir plenamente su vocación, construyendo familias sólidas que sean reflejo del amor de Dios.
Fuente: Preparación al Sacramento del Matrimonio, del Pontificio Consejo para la Familia. Capítulo I.