La importancia de llegar temprano a la iglesia

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Todos pasamos por ciertas experiencias y situaciones que requieren puntualidad. Los estudiantes llegan a tiempo para las clases de la escuela. Los empleados llegan a tiempo a sus respectivos lugares de empleo. Los citados a para entrevista de trabajo se esmeran por llegan a tiempo. Los pasajeros llegan a tiempo al aeropuerto para viajar. 

Nosotros nos esmeramos muchas veces y damos el máximo de nosotros mismos para llegar a tiempo para que otras personas capten una imagen positiva de nuestra persona. Somos muy responsables, pero ¿respondemos con la misma puntualidad a nuestro Dios?

Lamentablemente parece que muchos de nosotros otorgamos a Dios menos honor y respeto que el que con facilidad le damos a los hombres. ¿Ocupa Dios el primer lugar en tu vida? Dios pide de nosotros una entrega total. Dios pide a nosotros que seamos verdaderos adoradores (Juan. 4:23) y el primer mandamiento es amarle con todo nuestro corazón, con todo nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas (Marcos 12:30). 

Si para alabarle y darle culto llegamos tarde ¿De qué vale que el mundo tenga de nosotros una imagen intachable por nuestra puntualidad y ante Dios nos comportemos como unos irresponsables llegando tarde a la cita? Por supuesto la opinión de Dios vale más que la opinión de nuestros semejantes. 

Cristo dijo que no todo el que le dijera “¡ Señor, Señor !” entrará en el reino de los cielos, sino el que hiciera la voluntad de su Padre (Mateo 7:21). ¿De qué vale decir que amamos a Dios si ni siquiera nos preocupamos en llegar a tiempo al servicio? 

Es un cristianismo pobre llegar tarde, no disfrutar el poco tiempo que estamos en el culto por llegar tarde y además querer salir temprano. ¿Puede nuestro Dios estar complacido con nosotros? ¿Dónde está su gloria?

El cristiano verdadero no tan sólo cumple con llegar a los cultos de la iglesia a tiempo, sino que TODO lo que hace, lo hace para la gloria de Dios. Si Dios ocupa el primer lugar en su vida, se esmera y lucha por comportarse como El se merece, teniendo esta característica en todas sus obligaciones, sea en el trabajo, el hogar o en el gobierno. 

Dios sí que es puntual con nosotros. Cuando algo le pedimos a Dios no tarda como el juez injusto tardaba en hacerle justicia a la viuda (Lucas 18:3-8), sino que actúa pronto por amor a nosotros. 

Dios hace todo en el momento correcto. No así las cinco vírgenes imprudentes que no fueron puntuales por no planificar bien su trabajo, quienes oyeron de Cristo las tristes palabras, “De cierto os digo, que no os conozco” (Mateo 25:1-13). No podemos llegar al culto a tiempo si formamos el mal hábito de dejarlo todo para último.

Si nos proponemos ser puntuales para las cosas de Dios lo podemos lograr. Requiere un esfuerzo decidido, premeditado y planificado. Y ¿qué tiene de malo llegar quince minutos temprano? Así nos da tiempo saludar a nuestros hermanos, preparar nuestras mentes para el culto, orar, leer algún texto bíblico y meditar. 

Llegando temprano podemos disfrutar del culto al máximo y aprovechar bien el tiempo que allí pasamos (Efesios 5:15-16). Salir tarde para la iglesia es peligroso, ya que uno tiende a conducir el vehículo con mucha prisa y llega a la iglesia agitado. Y un alma agitada no puede disfrutar lo más rico en esta vida: tener comunión con Dios.

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