Existen innumerables testimonios es las iglesias sobre las múltiples manifestaciones del Señor, sin embargo, llama poderosamente la atención la poca manifestación que hay de nosotros como cristianos ante el mundo.
Es extremadamente raro ver a una persona orando en un restaurante antes de comer o hablando de Dios a otra persona en la calle. Tristemente hemos encerrado a Cristo en un auditorio o en un templo.
Es necesario que cada uno de nosotros se convierta en una manifestación de Cristo. Esto por supuesto exige ser un “portador de Cristo”, pues no se puede dar a otros lo que uno mismo no tiene.
Cuando el cristiano se dice estar lleno del amor de Dios y la comunidad de su entorno no lo nota, no puede manifestarse como un enamorado de Jesús. Hay una frase muy cierta: “quien tiene a Dios en su corazón no lo puede ocultar y quien no lo tiene no lo puede fingir”, la verdad es que siempre se nota.
Es necesario, quizás como los Sabios de Oriente, salir de la comodidad de nuestra vida y ponernos en marcha hasta encontrar al “Rey”. Es necesario que nuevamente el cristiano del siglo XXI se dé tiempo para orar, al menos un momento diario; tiempo para leer la Sagrada Escritura al menos unos 15 minutos al día, y de esta forma permitirle a Jesús manifestarse en nuestra vida.
Para ayudar en esta tarea de conocimiento de Nuestro Señor en nuestra comunidad tenemos que crear grupos, no necesariamente de hermanos ya conversos, sino de gente de nuestra comunidad, de nuestro mismo perfil, jóvenes, mujeres, padres de familia, etc., y juntos encontrar diferentes opciones de crecimiento para poder “encontrar” a Jesús y llenarnos de su amor.
Ojalá y cada vez más podamos ver en restaurantes familias orando sin vergüenza antes de la comida; personas orando en el camión; empleados haciendo un momento de oración antes de empezar sus trabajos cotidianos, en fin, ver más cristianos manifestando su vida cristiana de manera pública. Ojalá y que tu familia, sea una de estas familias.