En , el Papa León XIV explica por qué eligió su nombre pontificio y traza las primeras líneas de su pontificado: una Iglesia fiel al Concilio, atenta a los desafíos actuales como la inteligencia artificial, y agradecida por el legado de Francisco.
El nuevo Papa, León XIV, ha querido que su nombre diga mucho desde el principio. Y así lo explicó personalmente esta mañana en el Aula del Sínodo, al reunirse por primera vez con todos los miembros del Colegio Cardenalicio, no sólo con quienes participaron en el Cónclave.
El nombre, dijo, es un homenaje directo a León XIII, autor de la histórica encíclica Rerum Novarum, quien en plena Revolución Industrial abordó la cuestión social con valentía y visión profética. “Hoy también nosotros —afirmó el Papa— debemos enfrentar una nueva revolución: la digital, marcada por el desarrollo de la inteligencia artificial. Ante ella, la Iglesia está llamada a ofrecer su rica doctrina social en defensa de la dignidad humana, la justicia y el trabajo”.
Inspirado por el Concilio y el legado de Francisco
León XIV definió la elección de su nombre como un puente entre el pasado y el presente, con la mirada fija en el futuro. Señaló que su pontificado buscará avanzar bajo los principios evangélicos de verdad, justicia, paz y fraternidad, plenamente en sintonía con el Concilio Vaticano II. Pidió a los cardenales que lo acompañen en esta dirección, reconociendo el gran impulso que el Papa Francisco dio a la renovación eclesial.
Recordó especialmente la Evangelii Gaudium, primera exhortación apostólica de Francisco, como hoja de ruta fundamental. De ella destacó cinco puntos clave: el retorno al primado de Cristo, la conversión misionera de toda la Iglesia, el crecimiento de la sinodalidad, la valorización del sensus fidei del pueblo de Dios —especialmente en formas como la piedad popular—, y el amor preferencial por los pobres y descartados.
Un camino que se hace en comunión
Con humildad, el Papa confesó que la carga del ministerio petrino excede las fuerzas de cualquier hombre. Por eso pidió el apoyo espiritual y fraterno de los cardenales. “Sé que no estoy solo —afirmó—, el Señor me acompaña con su gracia, y también cuento con ustedes, con tantos fieles en todo el mundo que aman a la Iglesia y rezan por el Sucesor de Pedro”.
Expresó su gratitud al cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio, “por su sabiduría y fiel servicio”, y también al cardenal Kevin Farrell, Camarlengo, por su labor durante la Sede Vacante. Recordó con afecto a los cardenales ausentes por motivos de salud y, con emoción, dedicó unas palabras a su predecesor: “La muerte de Francisco debe vivirse como un acontecimiento pascual. Encomendamos su alma al Padre misericordioso y confiamos el futuro de la Iglesia a su cuidado”.
Un estilo evangélico, una brisa suave
El Papa evocó el estilo de Francisco, marcado por la entrega sencilla, la austeridad, y la confianza en Dios. “Recojamos esa herencia preciosa y sigamos el camino, animados por la esperanza que nace de la fe”.
Inspirado en el pasaje bíblico de Elías, añadió: “Dios se manifiesta no en el estruendo del trueno, sino en el susurro de una brisa ligera”. Así, exhortó a los cardenales a ser oyentes atentos de esa voz sutil, para guiar al Pueblo de Dios con sabiduría y fidelidad.
Una esperanza compartida
Para concluir, León XIV citó palabras de san Pablo VI al inicio de su propio pontificado en 1963, haciéndolas suyas como una plegaria y un deseo para este tiempo nuevo:
“Que sobre el mundo entero pase una gran llama de fe y de amor, que ilumine a todos los hombres de buena voluntad, y atraiga sobre la humanidad la abundancia de la gracia divina, sin la cual nada vale ni nada es santo”.
Tras su discurso, el Papa abrió un espacio de diálogo con los cardenales, invitándolos a compartir sugerencias, consejos y propuestas concretas, en continuidad con las reflexiones surgidas durante el Cónclave.
“¡Nuestro Papa!”: la alegría del Perú
Antes que el Papa hablara, el cardenal Re expresó la alegría del Colegio Cardenalicio por la elección de León XIV, subrayando también el entusiasmo vivido en América Latina: “Valoré especialmente la alegría del Perú, que exclamaba: ¡Nuestro Papa, nuestro Papa!”.
En nombre de todos, le aseguró fidelidad, cercanía y un compromiso renovado: “Queremos que la Iglesia sea arca de salvación y faro en la noche del mundo, en medio de tantas guerras que aún no cesan”.