Este 20 de mayo, en un gesto cargado de simbolismo y fe, el Papa León XIV visitó la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma, donde oró ante la tumba del Apóstol de los Gentiles. Con esta visita, el primer pontífice nacido en Estados Unidos y nacionalizado peruano continúa marcando el tono espiritual de su incipiente pontificado: un llamado a la unidad, a la renovación de la fe y al compromiso misionero.
Durante la celebración, el Santo Padre presidió una liturgia en la que su homilía giró en torno a tres grandes ejes paulinos: la gracia, la fe y la justicia. Estas palabras, inspiradas en la experiencia radical de San Pablo, resuenan como guía y programa de su pontificado. León XIV no sólo rezó en silencio, sino que, ante la tumba del Apóstol, encomendó su ministerio petrino a su intercesión.

San Pablo Extramuros: una joya espiritual e histórica
La Basílica de San Pablo Extramuros, también conocida como San Paolo fuori le Mura, es una de las cuatro basílicas papales de Roma, junto con San Pedro, San Juan de Letrán y Santa María la Mayor. Se levanta sobre el lugar donde, según la tradición, fue enterrado San Pablo tras su martirio en el siglo I.

Originalmente construida en el siglo IV por el emperador Constantino y ampliada posteriormente por Teodosio, la basílica fue durante siglos un importante centro de peregrinación. Aunque sufrió un devastador incendio en 1823, fue reconstruida con fidelidad a su estilo paleocristiano, y aún conserva elementos originales, como los espléndidos mosaicos del ábside y la serie de medallones con los retratos de todos los papas, desde San Pedro hasta León XIV.
En el centro del presbiterio se encuentra el baldaquino gótico del siglo XIII, bajo el cual se halla el sepulcro de San Pablo. Allí reposan, según la tradición, sus restos, marcando un punto de encuentro entre la historia, la fe y la misión de la Iglesia.

Un gesto cargado de significado
La visita del Papa León XIV a esta basílica no es un simple acto protocolario. En la figura de San Pablo, el Papa ve un modelo de evangelizador incansable, de converso radical, de apóstol que no temió romper fronteras para llevar el Evangelio a todos los pueblos. Encomendando su pontificado al Apóstol, León XIV deja claro que quiere una Iglesia en salida, misionera, valiente y fiel a la gracia.
En una época marcada por el secularismo, la polarización y la indiferencia religiosa, León XIV parece decirnos, con su gesto, que la Iglesia debe volver a las raíces del anuncio cristiano: a la fe que transforma, a la gracia que salva, y a la justicia que edifica la comunión.