La lectura de la biblia es una necesidad imprescindible para nuestro alimento espiritual. Dejar de hacerlo nos puede dejar un gran vacío y nos pondría al borde de no encontrar sentido a nuestras vidas.
Sin embargo, existe una alternativa que puede resultar altamente enriquecedora: leer la biblia en comunidad, en pequeños grupos que nos ayuden a ser perseverantes en la fe y a encontrar mayor sentido a la Palabra de Dios. A esto podemos llamar Círculo de Estudios Bíblicos.
Formar parte de un círculo de estudios bíblicos es una ineludible necesidad de todo cristiano que quiere conocer su fe, y esto lo podemos comprender mejor si tomamos en cuenta que la finalidad de los círculos es trabajar para que en la mente y en el corazón de los participantes pueda surgir en poco tiempo la convicción vivencial de que Dios tiene mucho que ver con nuestra vida y nuestra vida tiene mucho que ver con Dios.
Todo el esquema de un círculo bíblico busca tender una cuerda que una nuestra vida a Dios y Dios a nuestra vida. Esta cuerda está faltando en muchas personas. Una vez que la cuerda se haga fuerte, aguantará el peso de las verdades, de las decisiones y de las convicciones que la Biblia quiera comunicar y hacer nacer en nosotros.
La palabra de Dios es como la Semilla, pero sólo revela su sentido si cae en tierra fértil. La finalidad de los círculos es simple: hacer que los participantes puedan llegar a entender que Dios, a través de la Biblia, quiere entrar en conversación muy viva y seria con nosotros, conversación que nada tiene que ver con palabras difíciles, sino con la misma vida que de por sí es difícil.
Cuando no nos damos cuenta que las palabras de la Biblia son una conversación con Dios, pierden sentido. Y por más que Usted busque su sentido, no podrá hallarlo. Esas palabras son como semilla, sólo revela su sentido, el servicio que presta, cuando es colocada tierra fértil y produce la vida. Allá dentro se va formando la vida y la flor va apareciendo. Por la flor podemos entender el sentido y el valor de la semilla.
Biblia y Vida.
Las muchas cosas relatadas por la Biblia tienen un eje que le mantiene unido por dentro y hace que la Biblia cumpla su función en la vida. Es el rostro de Dios que habla y pronuncia hoy las palabras y las cosas que se encuentran en la Biblia. Tienen una raíz que alimenta y da sentido a todo el resto: es el rayo que hace entender la presencia de Dios en la vida. Sin todo esto, la Biblia sería una rueda sin eje, un árbol sin raíz.
Quien quiera ponerse a lavar ropa, debe contar con una cuerda donde extenderla. Quien quiera servir la comida debe contar con los platos donde servirla. Quiere recibir visitas, debe contar con una sala adecuada para atenderlas. Quien quiere comunicar las verdades de la fe al pueblo, debe contar primero con el recipiente para colocarlas.
Pues bien, en estos esquemas no cuidamos tanto de las verdades de la fe cuanto del recipiente que lo recibe, de la cuerda que lo sostiene, del vaso en que se ofrece, del recinto en que se guardan y conservan, de la raíz que los alimenta y del eje que los hace funcionar y andar por el camino de la vida.