Madre Angélica: Una vida al servicio de Dios y de las almas

Con una emotiva Misa en el corazón de Roma, la comunidad católica recordó con profundo cariño a la Madre Angélica a nueve años de su partida a la Casa del Padre.

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Pocas vidas han dejado una huella tan profunda y luminosa como la de la Madre Angélica, una mujer sencilla que, con una fe inquebrantable y un amor ardiente por Dios, transformó el mundo de la comunicación católica.

Nacida como Rita Antoinette Rizzo el 20 de abril de 1923 en Canton, Ohio (Estados Unidos), desde pequeña conoció el dolor y las dificultades. Su infancia estuvo marcada por el divorcio de sus padres y la pobreza. Pero fue precisamente en medio de estas pruebas donde Dios comenzó a forjar un corazón fuerte y lleno de confianza en Él.

Su encuentro profundo con Jesús comenzó tras una curación milagrosa, cuando aún era joven, gracias a su fe en la intercesión de San Judas Tadeo. Desde ese momento, su vida cambió radicalmente. En 1944, Rita ingresó al monasterio de las Clarisas Pobres en Cleveland, tomando el nombre de Hermana María Angélica de la Anunciación.

La Madre Angélica siempre tuvo una mirada especial para los que sufren y para aquellos que buscan sentido a sus vidas. En 1962 fundó el Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles en Irondale, Alabama. Pero lo que pocos imaginaban es que, desde ese lugar escondido, ella encendería una luz que llegaría a todo el mundo.

Movida por el deseo de evangelizar, en 1981, sin contar con grandes recursos ni experiencia en medios, fundó la Eternal Word Television Network (EWTN), hoy una de las redes de televisión católica más grandes del mundo. Desde un pequeño garaje convertido en estudio, comenzó a transmitir mensajes de esperanza, enseñanzas de la Iglesia y el amor de Dios.

La Madre Angélica no sólo fue una monja de clausura, sino una madre espiritual para millones de personas. Sus palabras, llenas de sencillez y humor, llegaban directo al corazón. No temía hablar de temas difíciles y siempre invitaba a confiar en la Providencia Divina: “Dios no te pedirá que tengas éxito, solo que seas fiel”, solía decir.

Durante sus últimos años, cargó con la cruz de una enfermedad que la dejó en silencio, pero nunca dejó de ofrecer su sufrimiento por el bien de las almas. El 27 de marzo de 2016, Domingo de Resurrección, la Madre Angélica partió a la Casa del Padre, dejando un legado inmenso de fe, valentía y amor a la Iglesia.

Hoy, su vida sigue inspirando a quienes la conocieron y a aquellos que, a través de sus enseñanzas y de EWTN, descubren el rostro tierno y misericordioso de Dios.

La Madre Angélica nos recuerda que no importa cuán pequeños o frágiles nos sintamos, Dios puede hacer maravillas cuando le damos todo nuestro corazón.

“Sé valiente, haz algo hermoso para Dios”, nos diría ella hoy.

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