¿Todos de rojo? No tanto… El colorido desfile del Cónclave

Cuando las cámaras muestran a los cardenales entrando en la Capilla Sixtina para el Cónclave, la mayoría de nosotros espera un mar de rojo. Es, al fin y al cabo, el color tradicional del cardenalato. Pero si uno observa con cuidado, el desfile se vuelve más interesante: hay marrones, blancos, negros… incluso dorados y bordados bizantinos. ¿Qué está pasando aquí?

Resulta que el Cónclave no es sólo un encuentro de cardenales vestidos igual, sino un mosaico de culturas, espiritualidades… ¡y vestuarios! Porque no todos los cardenales usan la misma ropa, y eso tiene una historia fascinante.

El rojo cardenalicio: pasión, martirio y servicio

Empecemos por lo conocido. La mayoría de los cardenales de rito latino —es decir, el que conocemos en Occidente— visten de rojo escarlata en los momentos solemnes del cónclave. Ese rojo no es por elegancia, sino por significado: representa la disposición del cardenal a dar su vida por Cristo y por la Iglesia, incluso hasta el martirio.

Por eso, durante el ingreso al cónclave, muchos usan la sotana coral roja, junto con la muceta (capa corta sobre los hombros) y la birreta, ese gorro cuadrado que ha sobrevivido siglos. Pero entre tanto rojo, aparecen sorpresas…

Marrón, blanco, negro… ¿eso también es de cardenal?

Sí, porque no todos los cardenales provienen del clero diocesano. Algunos son religiosos y siguen usando el hábito de su orden. Por ejemplo:

  • Un franciscano capuchino, como el cardenal Sean O’Malley, entra al cónclave con su austero hábito marrón, con capucha y cuerda, en vez de la sotana roja. Eso sí, lleva la birreta roja como signo de su dignidad cardenalicia.
  • Un dominico, como el cardenal Christoph Schönborn, puede lucir su hábito blanco con capa negra, símbolo de la pureza y penitencia de su orden.
  • Jesuitas, salesianos, agustinos… cada uno tiene su forma particular de vestir, y aunque reciban la birreta roja, mantienen su identidad religiosa como un testimonio silencioso de su vocación original.

Y hasta ahí, todo queda dentro del rito latino. Pero hay más…

Los cardenales de rito oriental: una riqueza que también elige Papa

La Iglesia católica no está formada sólo por el rito romano. Existen 23 Iglesias orientales católicas que están en plena comunión con Roma, y algunas de ellas tienen cardenales electores. Su presencia en el cónclave es un testimonio vivo de la catolicidad de la Iglesia: una, santa, católica y apostólica… pero también diversa en ritos, lenguas y vestimenta.

  • Verás a un cardenal con túnicas largas bordadas en oro, cubierto por un klobuk (especie de tocado alto y negro), o portando una cruz pectoral más ornamentada, proveniente de la tradición bizantina.
  • Otro quizá lleve un gorro puntiagudo con velo, como los obispos de la Iglesia siro-malabar de la India.
  • O trajes de inspiración copta o armenia, que parecen sacados de una iconografía antigua, pero que siguen vivos y con toda su dignidad en el seno de la Iglesia.

Ellos no usan la birreta roja, porque su tradición no la contempla, pero son cardenales igual, y su voto cuenta tanto como el del cardenal de Nueva York o el de Milán.

Un cónclave, muchos rostros… una misma misión

En este desfile de vestiduras, cada cardenal representa una historia, una Iglesia local, una cultura y una espiritualidad. Desde el hábito marrón de un franciscano hasta los ornamentos dorados de un oriental, pasando por la sobriedad del negro con vivos rojos, el cónclave se convierte también en una catequesis visual sobre la universalidad de la Iglesia.

Porque más allá de la tela y del color, todos ellos han venido a lo mismo: discernir juntos, en oración y secreto, al próximo sucesor de Pedro.

Así que sí: hay mucho rojo… pero también mucho más que eso. Y todo habla del mismo Espíritu que une lo diverso en una sola Iglesia.

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