Este 2 y 3 de agosto, la Iglesia Católica vivirá uno de los momentos más esperados del Año Santo 2025: el Jubileo de los Jóvenes, una celebración que reunirá a más de medio millón de jóvenes de todo el mundo en Tor Vergata, una vasta explanada a las afueras de Roma, donde hace 25 años también se realizó la inolvidable Jornada Mundial de la Juventud del año 2000 con San Juan Pablo II.
La guía oficial publicada por el Dicasterio para la Evangelización describe este encuentro como un “acontecimiento espiritual y pastoral que quiere ser un faro de esperanza en medio de un mundo herido por la guerra, la división y el desencanto”.
¿Qué es un Jubileo?
El Jubileo es una tradición milenaria de la Iglesia Católica. Proclamado por primera vez en el año 1300, es un Año Santo que suele celebrarse cada 25 años (aunque pueden convocarse Jubileos extraordinarios) con el objetivo de promover la conversión, la reconciliación, la peregrinación, el perdón y la renovación espiritual.
Los fieles que peregrinan a lugares santos —especialmente a Roma— y participan de los sacramentos, pueden obtener indulgencias plenarias, es decir, la remisión total de las penas temporales por sus pecados.
Este 2025, bajo el lema “Peregrinos de esperanza”, el Papa León XIV ha convocado a todo el pueblo de Dios a vivir con profundidad esta oportunidad de gracia, organizando también Jubileos temáticos para diferentes sectores de la Iglesia, como familias, catequistas, presos, enfermos y, en este caso, jóvenes.
Tor Vergata, un escenario con memoria
El lugar elegido para el Jubileo de los Jóvenes no es casual. Tor Vergata, un extenso campo cercano a la universidad del mismo nombre, fue el escenario donde se llevó a cabo la Jornada Mundial de la Juventud del año 2000.
Aquella noche, San Juan Pablo II dijo a los jóvenes: “Vosotros sois la esperanza del mundo, el futuro de la humanidad”. En 2025, esas palabras resuenan más actuales que nunca.
Allí se vivirá una vigilia de oración el sábado por la noche (2 de agosto), donde tres jóvenes —de México, Italia y Estados Unidos— harán preguntas directamente al Papa, seguido de un tiempo de adoración eucarística bajo las estrellas. El domingo por la mañana (3 de agosto), el Papa León XIV presidirá la Santa Misa de clausura, enviando a los jóvenes como “misioneros de esperanza” a sus respectivos países.
¿Quiénes participan y por qué?
El evento está dirigido principalmente a jóvenes entre 18 y 35 años, aunque pueden asistir también adolescentes, acompañantes y adultos que viven el carisma del encuentro. Se espera la participación de delegaciones de más de 140 países, provenientes de diócesis, movimientos eclesiales, escuelas, congregaciones y universidades católicas. El número de inscritos supera ya los 500,000 peregrinos.
Participar en el Jubileo implica más que asistir a un evento multitudinario. Es un acto de fe y comunión universal, donde los jóvenes pueden reencontrarse con Cristo en la oración, la confesión, la adoración y la Eucaristía, así como compartir experiencias, testimonios y culturas en un ambiente de fraternidad.
¿Quién organiza?
El Dicasterio para la Evangelización, que tiene como prefecto al mismo Papa (y como pro-prefecto al arzobispo Rino Fisichella), es el responsable directo de la organización. La logística incluye un plan masivo de movilidad, zonas de descanso, seguridad, distribución de alimentos, asistencia médica, zonas de confesiones, adoración y formación. Todo está pensado para que la experiencia sea espiritual, ordenada y segura.
¿Cuál es el propósito del Jubileo?
El Jubileo de los Jóvenes no es un simple festival o encuentro masivo. Es, en palabras del Papa, “un paso de fe que deja huella”. Su propósito es reavivar la esperanza, renovar el compromiso con el Evangelio, abrir el corazón a la reconciliación y dar testimonio de que Cristo sigue siendo una respuesta válida para la juventud de hoy.
En un mundo marcado por la incertidumbre, el individualismo y la pérdida de sentido, el Jubileo ofrece a los jóvenes la oportunidad de reconectarse con su vocación cristiana, sanar heridas, conocer otros caminos de fe y regresar a sus países con una mirada transformada.
Una experiencia única e irrepetible
La guía oficial invita a todos los peregrinos a prepararse no sólo con la mochila, el saco de dormir y la comida ligera que recibirán, sino sobre todo con el corazón. “No es un viaje turístico, sino una peregrinación con sentido”, afirma el documento.
Durante la noche del sábado, se dormirán al aire libre, en clima de oración, canto y fraternidad. Al día siguiente, saldrán enviados al mundo como testigos de la esperanza cristiana.
Este Jubileo es, en muchos sentidos, una nueva Pentecostés juvenil, donde el Espíritu Santo renovará rostros y corazones, y donde la Iglesia se verá nuevamente joven y viva.
Se espera y desea que las comunidades católicas acompañen espiritualmente a los jóvenes que participarán de este evento histórico. Recemos por ellos, para que vivan con profundidad esta experiencia de gracia, y para que al volver sean fermento de fe en sus familias, parroquias y sociedades.
Porque la esperanza no defrauda, y cuando un joven se encuentra con Cristo, todo puede cambiar.