Un Papa que piensa en las familias: la paz como primer mensaje de León XIV

“¡La paz esté con todos ustedes! Queridísimos hermanos y hermanas, este es el primer saludo de Cristo Resucitado, el Buen Pastor que dio la vida por el rebaño de Dios. También yo quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, llegara a sus familias, a todas las personas, dondequiera que estén, a todos los pueblos, a toda la tierra. ¡La paz esté con ustedes!”

Una apertura cargada de Evangelio

La primera frase del Papa León XIV no es suya, sino de Cristo: “¡La paz esté con ustedes!” Esta elección no es casual. Es el saludo con el que Jesús se presenta a sus discípulos después de resucitar (Jn 20,19), no como un formalismo, sino como una manifestación concreta de su victoria sobre la muerte, el pecado y el miedo. 

Al usar esas palabras, el nuevo Papa se coloca desde el primer instante bajo la luz del Resucitado, no como protagonista, sino como testigo.

Un eco del Buen Pastor

León XIV continúa: “el Buen Pastor que dio la vida por el rebaño de Dios”. Aquí el Papa evoca su misión no como poder, sino como entrega. En un mundo marcado por la competencia, los liderazgos egocéntricos y el miedo a perder el control, el Papa habla de un liderazgo que se expresa en el sacrificio, la ternura y la protección.

Esta imagen del Buen Pastor –Jesús que conoce a sus ovejas, que no huye ante el lobo, que va en busca de la que se pierde– es la forma en que el nuevo Pontífice desea ser entendido. No se impone, sino que acompaña; no gobierna desde la cima, sino que camina entre el pueblo.

Un saludo que quiere hacerse carne

La paz que saluda no es sólo una palabra, sino un deseo profundamente encarnado: “quisiera que este saludo de paz entrara en sus corazones, llegara a sus familias… a toda la tierra”. 

Es una bendición que no se queda en el atrio del Vaticano, sino que quiere tocar las heridas del mundo: qué entre en las familias, en los pueblos, en los corazones. Esta amplitud habla de un Papa que no piensa en una Iglesia replegada, sino enviada, misionera, dialogante.

Un llamado a la comunión universal

Finalmente, su deseo de paz “a todas las personas, dondequiera que estén” es una clara señal de apertura. León XIV no habla a un grupo selecto, ni sólo a los católicos. 

En este primer gesto, muestra un corazón universal. Es un mensaje profundamente evangélico y profundamente humano, que recuerda la vocación de la Iglesia como sacramento de unidad.

Reflexión final

En menos de cien palabras, el nuevo Papa ha dado una catequesis de paz, una teología del servicio y una muestra de espiritualidad pastoral. Sin anuncios estridentes ni ideas complejas, ha dicho lo esencial: que el Sucesor de Pedro no llega para imponer, sino para bendecir; no para dividir, sino para reconciliar.

En tiempos donde la palabra “paz” parece lejana o gastada, León XIV la vuelve a pronunciar con la autoridad del Evangelio y con la humildad del que sabe que su primera misión no es hacer ruido, sino sembrar consuelo.

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